Las necesidades electorales de Batasuna y lo que realmente piensa ETA no son lo mismo. Ni esas necesidades ni la debilidad de la banda son razones suficientes para que los dirigentes de ésta cambien de estrategia. Están en desacuerdo con los resultados del debate habido en Batasuna, y su objetivo a medio plazo es reconducir esa situación.
La debilidad de la organización terrorista ETA, agudizada por la captura de su principal jefe la pasada semana, ha disparado los análisis e interpretaciones sobre la posibilidad de que en breve pueda hacer algún anuncio que sea el preludio del abandono de las armas. Se alegan diversas razones para ese anuncio, entre ellas el supuesto convencimiento en las filas de ETA de que ha llegado la hora de poner fin a la violencia.
Algunos de los que avisan de la llegada del deseado anuncio por parte de ETA creían firmemente que ese paso se iba a dar en el comunicado de la banda terrorista del Aberri Eguna, pero no sólo no hicieron entonces ninguna declaración de tregua, sino que se ratificaron en que no era el momento de dar un paso de esa naturaleza.
Las expectativas sobre ETA se alimentan de interpretaciones y de la confusión entre las necesidades de Batasuna con lo que realmente piensa la organización terrorista. Que no es lo mismo. A Batasuna le vendría bien cualquier parón de ETA para buscar un resquicio por el que colarse en las elecciones. Es el partido ilegalizado el que tiene prisa y el que está alimentando la idea de la cercanía de un paso positivo de la banda. Lo que sabemos de ETA, en cambio, no va en la misma línea.
El último debate interno habido en el seno de la banda terminó con la decisión de continuar con la violencia para conseguir sus objetivos políticos y esa decisión no se ha revisado. Todas las actuaciones realizadas por ETA en los últimos meses estaban encaminadas a cometer atentados. Además, ETA no sólo no ha ratificado los resultados del debate habido en el seno de Batasuna, sino que está en desacuerdo con ellos y su objetivo a medio plazo es buscar la forma de reconducir esa situación.
ETA tiene sus propias condiciones políticas para una posible tregua, tal y como refleja en el comunicado difundido el pasado 19 de enero, y esas condiciones no se dan en la actualidad. Ni la debilidad de la banda, ni las necesidades electorales de Batasuna parecen razones suficientes para que los dirigentes del grupo terrorista cambien de estrategia a corto plazo. La línea de ETA no ha sido nunca el resultado personal de la voluntad de un único dirigente por muy influyente que éste fuera. La ETA posterior a Mikel Carrera, ‘Ata’, es igual a la anterior, aunque esté más debilitada. De momento, ETA sólo calla, pero no otorga.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 25/5/2010