DIARIO VASCO, 20/10/12
El antiterrorismo francés cree que, un año después del «cese definitivo» de la actividad de la banda, una escisión sería marginal y no tendría acceso a los arsenales
ETA ha suprimido su tradicional vertebración en aparatos compartimentados y ha simplificado al máximo su organización interna, que se ha convertido en una estructura única animada por un reducido número de activistas para afrontar la nueva fase sin atentados. Es la constatación que hacen los servicios antiterroristas franceses a la hora de hacer balance del aniversario de la renuncia a la lucha armada de la banda, que se ha traducido en una considerable merma de la actividad clandestina en suelo galo y la impresión de que se ha cerrado el ciclo de la violencia, no sin riesgo de escisiones grupusculares.
El último signo de actividad de ETA en Francia data del domingo 7 de octubre cuando apareció un coche quemado en el departamento de Lot (región de Mediodía-Pirineos). El automóvil, un Citroën C-4 Picasso, había sido robado el pasado 30 de junio en la provincia de Saôna y Loira (región de Borgoña) con las llaves en el contacto, método habitual de los descuideros etarras. El precedente hallazgo de un vehículo abandonado por ETA se remonta al verano y plasma la notable reducción de casos en este indicador aproximado del activismo clandestino, que en los períodos de plena actividad marcaba un promedio de un hurto a la semana.
«Al no tener que preparar atentados en España, son mucho más prudentes y no tienen que hacer tantos desplazamientos», se comenta en la galería San Eloy, sede de los juzgados antiterroristas en París. Desde la cúpula policial se observa que «ya no hay arrestos al azar con motivo de controles de carretera» y que tampoco se han producido atracos a mano armada para rearmarse o reponer material. Pero magistrados y policías constatan el potencial logístico y la peligrosidad teórica de una organización que conserva buena parte de las 344 armas cortas robadas hace seis años cerca de Nîmes y volúmenes considerables de materias primas para elaborar explosivos de fabricación propia.
La merma de la actividad va en paralelo con un «cambio total» de la estructura interna y una limitación al mínimo del número de clandestinos operativos, que suman «unas pocas decenas» sin acercarse al medio centenar de efectivos. Una parte del contingente francés ha sido replegada a destinos como Reino Unido, Italia o Bélgica, países de los que se siguen confiscando papeles de buena factura confeccionados por los talleres de falsificación. Esta es una de las divisiones que continúa en funcionamiento por ser vital para desenvolverse en la clandestinidad.
«Ha cambiado el esquema clásico de aparatos separados con misiones específicas en los que no se sabía lo que hacían los demás», analiza un veterano mando de los servicios secretos. «Hoy hay una organización debilitada y simplificada al extremo con un aparato único que hace todo y en el que todo el mundo hace de todo», completa un responsable judicial.
Esta mutación minimalista aporta la ventaja añadida en el plano económico de necesitar menos dinero para funcionar cuando nadie discute la paralización completa de la oficina recaudatoria del ‘impuesto revolucionario’. «En la medida en que son mucho menos numerosos, asegurar la vida en la clandestinidad requiere un presupuesto reducido», apuntan en la jefatura de la Policía Judicial.
Los especialistas consultados dan por sentada la reincorporación al comité ejecutivo de José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea ‘Josu Ternera’. Secundado por su hijo, Egoitz Urrutikoetxea Laskibar, se le presenta como el mentor del fin de la estrategia político-militar en sintonía con la izquierda abertzale.
Ahora, debate interno
La apuesta por el cambio de ciclo en el seno de ETA, materializada hace un año por un núcleo dirigente, está sometida en la actualidad a la ratificación de las bases en un debate interno, lo que hace pensar a los más pesimistas que «nada es intangible y todo es reversible». Aunque la decisión de deponer las armas parece mayoritaria, la tentación cismática sigue presente en los análisis de los expertos. «Se puede pensar que el 90% de ETA está de acuerdo con el cese de las hostilidades, pero podría haber una escisión con una capacidad nociva muy limitada», aventuran en el Palacio de Justicia de París.
El riesgo de la huida hacia adelante es percibido ahora por el antiterrorismo galo como una variable que, de producirse, sería en todo caso de manera marginal al estilo de bandas de extrema izquierda con escaso apoyo popular como Acción Directa o los GRAPO. «Siempre queda la incertidumbre de un pequeño grupo de irreductibles que decidan seguir solos, pero parece complicado que lo haga en el seno de ETA», opinan en la cúpula policial. «Si hay soldados perdidos no creo que vayan a recuperar las armas y los explosivos que tenía ETA», dicen en la Fiscalía antiterrorista.
Estos análisis prospectivos llevan a los más optimistas a proclamar que «ETA, c’est fini». «ETA, tal como la hemos conocido desde su creación, yo creo que se ha acabado», diagnostica un comisario. «ETA siempre se ha apoyado en una base importante, aunque no fuera mayoritaria, de la opinión en el País Vaco», razona.
En el polo opuesto del frente francés anti-ETA se sitúan quienes no descartan una vuelta a las andadas y piensan que en estos doce últimos meses no se ha avanzado en el camino hacia la paz. «En el terreno judicial seguimos con la misma óptica porque ETA no ha hecho gestos fuertes como la autodisolución o la entrega de las armas», exponen en la galería San Eloy. «Mientras no tengamos las coordenadas GPS de los zulos y haya etarras buscados por sumarios franceses, seguimos trabajando como antes sin cambios en nuestro dispositivo», advierte un mando de la Subdirección Antiterrorista de la Policía Judicial.
DIARIO VASCO, 20/10/12