LA RAZÓN, 16/1/12
Tarde o temprano, a ETA se le descubre el engaño. La detención de tres de sus miembros en Francia, en una operación que ha sido posible gracias a la Guardia Civil, ha permitido saber que en 2010, cuando ya se había anunciado el alto el fuego, la banda reclutaba nuevos miembros a los que entrenaba, integraba en los distintos «aparatos» (en este caso el «logístico») y les entregaba armas
MADRID- El anuncio de tregua se hizo el 5 de septiembre de ese año pero, según explicó la banda en su último «Zutabe» (publicación interna), la decisión estaba tomada desde marzo. ¿Para qué quería nuevos pistoleros si su voluntad era cesar definitivamente las actividades terroristas?.
Dos de los arrestados en la estación de ferrocarril de Joigny, en la Borgoña, Íñigo Sancho Marco y Rubén Rivero Campo, dirigentes de Segi, abandonaron sus hogares en 2010 (el primero lo hizo en mayo y, el segundo, en diciembre) pese a no pesar sobre ellos ninguna orden de detención o requisitoria judicial.
Voluntad propia
Se fueron a Francia y se integraron en ETA. Lo hicieron por voluntad propia pero la banda los aceptó sin problemas, lo que choca de plano con esa supuesta voluntad de abandonar para siempre la delincuencia. Ambos contaban ya con la «formación política» (que habían obtenido a su paso por Segi) y sólo les faltaba la «técnica», que recibieron mientras en España socialistas y nacionalistas vendían las bondades del nuevo «proceso», que ellos mismos habían pactado, a través de mediadores internacionales, con los terroristas. El alto nivel «intelectual» de Rubén Rivero le llevó a participar en varios actos en Cataluña en 2009, uno de ellos celebrado en Villafranca del Penedés.
De esta manera, la operación de la Guardia Civil, fruto del trabajo metódico mediante la vigilancia de lugares por los que podrían pasar etarras (en este caso la estación de ferrocarril de Bercy, en París), ha cobrado una importancia especial. Es la primera que se realiza con el nuevo Gobierno del Partido Popular y ha permitido descubrir el engaño de ETA.
Presencia «inconfundible»
El sábado por la tarde, los agentes de la Benemérita que se encontraban en el citado lugar detectaron la presencia «inconfundible» (por su corpulencia y facciones) de Jon Echeverría Oyarbide, un huido sobre el que sí pesaban varias requisitorias. Se subió a un tren de la línea que une la capital francesa con Marsella y se bajó en la estación de Joigny, donde le esperaban Sancho y Rivero. Cuando los agentes de la Policía Judicial procedieron a la detención de los tres, se resistieron e intentaron huir. Iban armados con tres revólveres de los robados en Vauvert, durante la anterior tregua (2006-2007) que dio lugar a las negociaciones entre la banda y el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Además, Echeverría llevaba material susceptible de ser utilizado para fabricar artefactos explosivos, como ocurrió con el miembro de ETA Iñaki Domínguez Achalandabaso, arrestado en Francia en junio de 2011 cuando regresaba de Italia, donde había comprado resistencias, diodos, cables, fichas electrónicas, circuitos impresos, etcétera, con los que se puede hacer bombas, activadas mediante temporizadores (relojes) o con mandos a distancia.
El hecho de que los capturados hayan pertenecido a Segi, las juventudes del «complejo ETA» que, junto con Askatasuna (presos y familiares), fueron los que opusieron una mayor resistencia a la política de «paz» propiciada por algunos dirigentes de Batasuna (con fines electorales y para eludir sus problemas judiciales, en especial Arnaldo Otegi y Rafael Díez Usabiaga), no puede llevar al error, según expertos antiterroristas consultados por LA RAZÓN, de que es Segi la que reorganiza ETA. «Se trata de un engaño urdido por la propia banda, en la que no se han producido escisiones, y que ha actuado como en anteriores treguas: ha aprovechado el tiempo para reorganizar sus estructuras criminales».
En el documento que sirvió de base para el actual «proceso», ETA se reservaba el papel de «garante», mediante la reactivación de sus actividades «militares», por si el Estado no cumplía los acuerdos a los que se pudieran llegar en unas hipotéticas negociaciones.
Segi ha sido siempre el «semillero» de la banda
Segi, antes Haika y mucho antes Jarrai, es la organización juvenil del «complejo ETA». Por sus filas han pasado la mayoría de los pistoleros antes de integrarse plenamente en la banda. El «adoctrinamiento político», con una versión absoluta sesgada de la historia del País Vasco y de España, y el entrenamiento en prácticas de «terrorismo callejero» («kale borroka»), son las principales actividades de esta organización que ETA ha controlado con «mano de hierro».
LA RAZÓN, 16/1/12