ABC, 18/8/12
La de Bolinaga es la última de una serie de protestas del colectivo de presos etarras a lo largo de las últimas décadas
Era agosto de 1994 cuando los etarras Luis María Lizarralde, Miguel Ibáñez Oteiza y Jesús María Goitia se declararon en huelga de hambre para evitar ser extraditados de Uruguay. De nada sirvió porque el 24, tras varios días en ayuno, se cursó la orden. En enero de 2011 el juez concedía la semilibertad a Lizarralde después de mostrar su arrepentimiento por el daño y el dolor causado. Unos días antes le habían concedido a Oteiza la libertad condicional, aquejado de una grave enfermedad.
El 13 de julio el etarra José Carrasco Alba, encarcelado en Córdoba, condenó el asesinato de Miguel Ángel Blanco e inició una huelga de hambre para exigir a ETA el fin de la violencia. Cumplía una condena de treinta años.
Son dos de las numerosas acciones de protesta que han llevado a cabo los presos etarras en las que han pedido, entre otras cosas, su excarcelación, su reconocimiento como presos políticos o su rechazo a la política penitenciaria de dispersión.
La última acción de protesta la ha protagonizado el preso Jesús María Uribetxeberria Bolinaga, secuestrador de Ortega Lara y asesino de dos guardias civiles, que exigía su puesta en libertad debido al cáncer que sufre. A la protesta se han sumado más de doscientos presos, presionados por los cabecillas de ETA en las cárceles.
Ha sido una huelga poco consistente, ya que se han revelado tensiones en el denominado «frente de makos», formado por más de 750 internos. Algunos presos solo mantenían el ayuno un día, mientras que otros escondían comida en las celdas. Otros se declaraban en «huelga de patio» o «huelga de comedor».
Hace dos años el colectivo de presos convocó a los reclusos a una campaña de protestas contra la política penitenciaria en España y Francia. Las protestas se limitaron a cinco días sin salir al patio.
El antiguo miembro del «comando Madrid», Juan Ignacio de Juana Chaos, se abonó a las huelgas de hambre durante el tiempo que estuvo encarcelado. En agosto de 2006 comunicó su decisión de no ingerir alimentos para pedir su extradición. Estuvo así 63 días. Tras ser condenado en noviembre, inició una nueva huelga, pero se le alimentó de manera forzosa. En marzo de 2007 fue trasladado al hospital Donostia de San Sebastián y abandonó el ayuno. En julio de 2008 comenzó su tercera huelga, antes de salir en libertad.
Un repaso histórico rescata más acciones de protesta. Como en 1989, cuando al menos 33 miembros de ETA que protestaban contra las condiciones de los cacheos se negaron a alimentarse. O en noviembre de 1999, cuando veinte presos exigieron por la misma vía la amnistía inmediata. O en mayo del 2000, cuando trece presos etarras -algunos estuvieron dos meses sin ingerir alimentos- pedían el acercamiento al País Vasco.
En ninguno de esos casos ocurrió lo de marzo de 1982. Tres etarras, confinados en las islas de Yeu (Francia) huyeron tras ser hospitalizados por una huelga de hambre.
ABC, 18/8/12