José Antonio Zarzalejos, EL CONFIDENCIAL, 26/10/11
España transita en los prolegómenos de la campaña electoral por un territorio crítico e inédito. La banda terrorista ETA y su entorno han lanzado una campaña de agitación y propaganda al amparo del “cese definitivo de la actividad armada” de los etarras cuyos epígonos -con la ayuda de un desorientado PNV- reclaman a la voz de ya, aprovechando la ansiedad generada por el anuncio de los pistoleros, que el Gobierno “mueva ficha” e inicie de inmediato la negociación sobre las “consecuencias del conflicto”. La apresurada y estratégicamente torpe ronda de conversaciones convocada por el lendakari López, que se le volverá contra sus propósitos, y la reunión hoy en la Moncloa de Zapatero con Urkullu, desmienten las afirmaciones del PSOE según las cuales no es deseable que el “tema vasco” -¡qué eufemismo!- figure en la agenda de campaña.
Por otra parte, la cumbre de hoy de los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea puede ser desastrosa para la economía española: si se acuerda un ajuste del valor de la deuda soberana española ésta quedará estigmatizada y, si además, los bancos deben provisionar la depreciación y, a la vez, recapitalizarse hasta el 9%, España se va a quedar sin suministros financieros crediticios por más tiempo del supuesto hace apenas unos meses. El panorama para un próximo Gobierno sería así todavía más desolador.
En estas circunstancias ha emergido el mejor perfil de Mariano Rajoy. Sus discursos -pese a ser impugnados por unos y por otros, aunque especialmente incomprendidos por medios que se dicen próximos a sus tesis- han sido coherentes. Porque respecto a ETA no ha hecho otra cosa que constatar la bondad de que los asesinos dejen de matar; ha reclamado la disolución de la banda y la entrega de las armas y ha anticipado que su hoja de ruta es la ley y el Estado de Derecho. Un líder que va a ser el próximo presidente del Gobierno puede pensar, pero no decir, que el Tribunal Constitucional legalizó las listas de Bildu como una concesión política a la banda. Semejante afirmación en Rajoy habría constituido una imprudencia de tal dimensión que le hubiera inhabilitado como estadista.
Si la opinión publicada de determinado ámbito de la derecha no es capaz de valorar la estrechez de la superficie por la que ha de caminar el presidente del PP, es que entiende poco del momento político y de los requerimientos que exige del jefe de la oposición. Las palabras de Rajoy sobre este asunto deben enjuiciarse también en coordinación con las del presidente del PP en el País Vasco, Antonio Basagoiti, que con la mejor metáfora de todas (“Han bajado la persiana, pero no han liquidado el negocio”) ha expresado coloquialmente el punto de vista mayoritario en el PP sobre la declaración de ETA. El presidente del PP vasco se reúne hoy con López y le expondrá sin recovecos si simulaciones la postura de su partido que, por fortuna, es nítida y realista.
Por otra parte, cuando la Unión Europea se juega en la cumbre de hoy su ser o no ser -la dotación y funciones del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, la reestructuración de la deuda griega, el posible ajuste de la española e italiana y la recapitalización de los bancos- Rajoy ha apoyado al Gobierno para que los intereses de España sean defendidos por Zapatero con el total respaldo del PP, en sintonía con la comunidad empresarial y financiera de nuestro país. Antes, Rajoy acordó con el Gobierno la reforma del artículo 35 de la Constitución y le ofreció su abstención en la última convalidación del decreto-ley sobre contratos laborales. Nunca Zapatero acudió a una cumbre con más fortaleza para resistirse al espectral eje franco-alemán que amenaza con desarbolar la UE.
Este viernes, por si fuera poco, se conocerá la Encuesta de Población Activa (EPA), que se anuncia desastrosa, rozando los cinco millones de desempleados; y el día 2 de Noviembre, se publicará el paro registrado de octubre, que arrojará una cifra desesperante. Estos dos ganchos al hígado de la sociedad española -ya deprimida y desconfiada-, añadidos a la convulsión que ha provocado ETA y su entorno y las torpezas en su tratamiento y el riesgo de que salgamos malparados de la cumbre de la UE, requerían a un Rajoy medido, sosegado y con las ideas claras, alejado de grandilocuencias y de posiciones extremas, por inútiles y exasperantes.
A Rubalcaba le ha molestado que Sarkozy haya alabado la “responsabilidad de Mariano Rajoy” -según él, el presidente francés quiere “blanquear” la oposición del líder del PP- que es rigurosamente cierta porque lo responsable no es acompañar al Gobierno en diagnósticos tardíos y medidas precipitadas como las de mayo de 2010. Lo cuestionable de las palabras de Sarkozy es que haya alabado las reformas de Zapatero y que Rajoy deberá reformular, con unas cuentas que aún desconoce y en una situación social y financiera en plano inclinado que adelanta coyunturas peores. Aunque todo lo que diga Sarkozy, como ayer se comprobó, es mejor ponerlo en entredicho. Es, decididamente, un tipo frívolo.
En este escenario tan endemoniadamente complicado, Mariano Rajoy ha mostrado su faceta más estadista. Quizás con ingenuidad, algunos pensábamos que el presidente del PP ya había pasado el examen de sus más rigurosos inquisidores. No parece.
José Antonio Zarzalejos, EL CONFIDENCIAL, 26/10/11