Han sido muchos años los que hemos tenido que aguantar a cuatro o cuatrocientos indeseables. Ahora son ellos los que tienen que tragar todo lo que sufrimos.
Los etarras están desesperados. Ya no les hace caso nadie. Ni ellos mismos; ni Batasuna, su brazo político. Hace treinta años eran unos bravucones que jugaban a ser “gudaris”, soldados vascos que luchaban por una causa que ellos consideraban justa. Pero con aquella excusa mataron a mucha gente inocente y lo que pudo ser “legítimo” se ilegitimó en cuanto uno de aquellos descerebrados le puso una pistola en la cabeza a un pobre inocente y accionó el gatillo.
Pero hace treinta años era eso, hace treinta años, y ahora es ahora. Los tiempos han cambiado demasiado. La sociedad española y vasca están asqueadas de aquellos viejos y nuevos “gudaris”, esos “bravos” vascos que caían en la bravuconada. Lo que queremos es vivir en paz.
Visto lo visto; dándose cuenta de que esto ya no tiene arreglo y de que han caído en desgracia, han llegado a la conclusión de proclamar un alto al fuego. Pero estos “golpes de efecto” ya no son creíbles. No. Ahora es el gobierno y la comunidad vasca y española los que tienen la sartén por el mango. Han sido muchos años los que hemos tenido que aguantar a cuatro o cuatrocientos indeseables. Ahora son ellos los que tienen que tragar todo lo que sufrimos.
La sociedad española esta harta de tragar la saliva áspera del sufrimiento durante cerca de medio siglo. Ya no vamos a aceptar una tregua cuando ellos quieran y no la vamos a aceptar por varios motivos. El primero y más importante porque los etarras hacen de la mentira un credo. No sería la primera vez que proponen una tregua y la rompen. De hecho en la última acabaron con la vida de dos ciudadanos ecuatorianos cuando volaron el estacionamiento del aeropuerto Madrid-Barajas.
En segundo lugar, porque el gobierno los tiene contra las cuerdas. El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba ha empeñado todas sus horas al frente del ministerio, a acabar con el terrorismo etarra. El resultado es el de una ETA que agoniza, que no tiene dinero, que está dividida, que no tiene líderes, que carece de comandos y que ya no tiene fuerza ni para disparar.
En tercer lugar, porque las finanzas de los etarras son exiguas. No tienen dinero ni para munición. Por eso se dedican al trapicheo de la droga como si se tratara de delincuentes comunes que buscan un modus vivendi y se refugian en la droga porque es un dinero “fácil”. Por último, porque la ayuda internacional de todos los países de la Unión Europea y de América Latina ha sido inestimable con el gobierno de Zapatero, especialmente la ayuda de Francia, Portugal y México.
ETA ya no tiene quien la quiera. Incluso Batasuna su brazo político que quiere concurrir en las elecciones como partido legal pero para eso, tiene que negar a ETA. Lo que durante muchos años fue un matrimonio perfecto, hoy solicita el divorcio. Los políticos de Batasuna prefieren ir por la libre para esas elecciones.
Ahora bien, el presidente Zapatero tampoco puede colgarse solo las medallas. Este es un esfuerzo de todos, de los anteriores gobiernos democráticos y de la sociedad vasca y española. El punto de hartazgo contra los terroristas ha sido la inflexión, el antes y el después para que cada vez más les aborrezcamos.
Alberto Peláez, Milenio, 19/9/2010