EL MUNDO 14/03/14
· No tienen causas pendientes pero no han vuelto hasta que la banda lo ha querido
Decenas de huidos y deportados de ETA podrían regresar a partir de la próxima semana a sus localidades de origen en el País Vasco de forma escalonada. Se trata de etarras que no tienen causas pendientes, que podrían estar en sus casas desde hace años si la banda no se lo hubiera impedido.
Son huidos que han pasado por los respectivos consulados, han acreditado que sus delitos han prescrito y tienen todos los papeles en regla. Podían haber vuelto hace mucho si ETA les hubiera dejado pero ahora no renuncian a rentabilizar su argumentario de «víctimas» con años en el «exilio», en una estrategia propagandística frecuentemente empleada por los abertzales.
El anuncio de los pasos que van a dar se hará en un acto público mañana en Alsasua. Una representación del llamado EIPK, el Colectivo de Exiliados Políticos Vascos, leerá un comunicado, sin permitir preguntas, flanqueada por un nutrido grupo de personas que en su día vivieron en la clandestinidad, pero que llevan años viviendo en el País Vasco. Esta representación explicará el procedimiento de regreso de los 60 o 70 huidos que van a participar en esta primera fase y lanzará sus habituales críticas. Denunciará que, mientras el Ejecutivo se niega a dar pasos bilaterales, «los huidos están dispuestos a realizar con su presencia, de forma unilateral, su aportación política para resolver el conflicto», que es el modo de responsabilizar al Gobierno ante la opinión pública vasca y, por ende, intentar presionarlo.
El regreso de los huidos obedece a la estrategia de ETA y su organización está a cargo del EIPK, que tiene una función similar a la del EPPK entre los presos de la banda. Así, según fuentes abertzales, del mismo modo que el Colectivo de presos organizó el acto de Durango protagonizado por los reclusos beneficiados por la sentencia de Estrasburgo, la reivindicación de estos huidos se hará en la convocatoria de Alsasua. Viene a ser la continuación del mitin realizado en junio en Biarritz (Francia), que congregó a unos 50 huidos, jaleados por miles de simpatizantes.
Después del acto del sábado, está previsto que los protagonistas se personen gradualmente en sus pueblos en grupos de dos o tres personas. En principio, la izquierda abertzale pretende evitarse problemas aconsejando a los suyos que las llegadas pasen inadvertidas y los homenajes se circunscriban al ámbito privado.
Fuentes policiales indican que los organizadores se han planteado la posibilidad de exhibir un carné vasco. Los huidos proceden de Francia, donde residen en su mayor parte. En los últimos meses, han acudido a las legaciones diplomáticas para formalizar su situación tras comprobar en la Audiencia Nacional que no hay órdenes de busca y captura contra ellos. Sólo por el consulado de Bayona han pasado unos 80 etarras para recoger sus pasaportes españoles.
El regreso de los huidos de ETA con los delitos prescritos es, en parte, un reconocimiento resignado de su verdadera situación, pero esta circunstancia no es incompatible con que también sea una puesta a disposición de la nueva estrategia de la izquierda abertzale.
En realidad, los etarras fugados o deportados siempre dijeron que no regresarían al País Vasco hasta que no se cumplieran los objetivos por los que habían luchado; hasta que el proceso en el que pretendían conseguir la independencia y la unidad territorial no estuviese resuelto. En ese sentido, su vuelta transforma un «alarde de épica» característico de la época de los atentados, en una forma de bajar la cerviz; pero también en una manifestación de «realismo político», en expresión de las fuentes abertzales consultadas. De hecho, advierten las Fuerzas de Seguridad, lo hacen a las órdenes de ETA.
Durante décadas, las directrices de la banda con los «exiliados» o «refugiados» era que no podían regresar. Un dato explica hasta qué punto ETA les ha instrumentalizado: en la tregua de 1998 había contabilizados ya unos 200 terroristas cuyas causas habían prescrito; se les ofrecieron facilidades para regresar, pero sus jefes se lo prohibieron.
Hace un par de años, la dirección de ETA, consciente de que, una vez anunciado el cese definitivo, su negativa podía generar problemas de disciplina interna, difundió entre los suyos la orden de regularizar su situación, pero sin cruzar la frontera española. Una buena parte de los etarras dispuestos a regresar al País Vasco se concentró en Francia. El 16 de junio realizaron su primera escenificación, en la que dejaron clara cuál era su vinculación a ETA y la línea que iban a seguir.
Así, en las próximas semanas la izquierda abertzale compaginará las reivindicaciones relativas a sus dos principales preocupaciones. Por una parte, ya ha anunciado las primeras reclamaciones de salida de los presos enfermos o con más de 70 años, aunque hayan incumplido su compromiso de ajustarse a la ley. Por la otra, los huidos.
«Ni miedo ni vergüenza»
El formato de la convocatoria impedirá preguntar a los ‘huidos’ si piensan lo mismo que en el acto de Biarritz (Francia) de junio del año pasado. Aquel acto constituyó toda una exaltación colectiva de la banda y del pasado de cada uno de ellos como terroristas. «No tenemos ni miedo ni vergüenza para reconocer que somos quienes somos», proclamó Jon Garmendia, uno de los portavoces. En aquel acto se coreó el lema etarra de «golpear hasta el final» y durante tres horas los etarras se presentaron como víctimas: se habían ido del País Vasco porque temían ser torturados o por los abusos del Estado, nunca porque hubiesen asesinado o secuestrado a decenas de personas, como era el caso. Entonces exigieron que «todos los procesos judiciales y las extradiciones sean anulados», que se les dé a los etarras con delitos pendientes «libertad total de movimientos» y que la sociedad vasca asuma su «relato de lo ocurrido».