Para el autor del artículo, la confrontación que actualmente mantienen los gobiernos español y venezolano por los vínculos de ETA con el gobierno de Hugo Chávez amenaza con provocar la expropiación de las tierras y agroindustrias creadas por los canarios que emigraron a Venezuela a mediados del siglo XX.
La declaración de dos miembros de la organización terrorista vasca ETA, que admiten sus vínculos con el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, y con las guerrillas FARC que mantienen asolado el territorio colombiano desde hace cincuenta años, ha dado nuevos impulsos al enfrentamiento que sobre el particular sostiene el dictador venezolano con el gobierno de España.
De acuerdo a la información disponible, los etarras referidos reconocieron ante un juez español haber recibido de parte de las FARC, entrenamiento en logística, comunicación y manejo de armas de fuego en territorio venezolano, con la complacencia del gobierno de éste último país.
La acusación tiene visos de veracidad si se toman en cuenta no sólo la fuente y los elementos de cargo, sino el agresivo protagonismo de un Hugo Chávez, que ha hecho de su talante aventurero y violento, que mantiene en vilo al Continente, su motor de ascenso político.
Chávez ha negado las imputaciones, sin embargo, en el marco de la confrontación emite un decreto que huele a represiva respuesta, en cuanto a que lesiona derechos de inmigrantes españoles y sus descendientes, específicamente originarios de las Islas Canarias, son pretexto de una pretendida «revolución agraria», que con la bandera de repartir latifundios, amenaza con despojar a sus dueños legítimos de sus tierras de cultivo y de sus empresas agroindustriales.
La historia de los inmigrantes españoles canarios, data de mediados del siglo pasado, en ocasión de la guerra civil española. El conflicto de referencia duró de 1936 a 1939 y se caracterizó como toda guerra entre hermanos, por su estéril ferocidad. Un millón de españoles perdieron la vida y el sistema de guerra total y tierra quemada acabó con la planta productiva española.
La España exhausta de aquellos días permaneció neutral en la Segunda Guerra Mundial, pero además de que la ésta última conflagración impidió la recuperación ibérica de 1939 a 1945, al término de la misma el país cayó en una suerte de aislamiento político que marginó a España de los beneficios del Plan Marshall, que inyectó recursos frescos al resto de Europa.
Las Islas Canarias son un archipiélago situado al occidente de la Península Ibérica y de la costa del norte de África, por lo que las duras condiciones de la España continental se vieron agravadas en dicha parte de su territorio insular, dada precisamente su condición aislada y las dificultades de integración que ello implica.
Las graves condiciones de pobreza extrema que padecieron los canarios bajo tales circunstancias, originó a principios de los años cincuenta una corriente migratoria de las Islas Canarias hacia los países de la costa atlántica de América del Sur, de manera especial a Venezuela y Brasil.
Los canarios llegaron a Venezuela a labrar la tierra con sus manos. Mediante un esfuerzo de cincuenta años en el que echaron raíces definitivas, hicieron un emporio agrícola que en la actualidad es un emporio mundialmente famoso, por generar tecnología de punta en el ramo.
La expropiación confiscatoria decretada por Hugo Chávez, de las tierras y las agroindustrias venezolanas con el pretexto de una supuesta revolución agraria que en estos tiempos como nunca se advierte demagógica y criminal, es una lamentable consecuencia de la confrontación del sátrapa con el gobierno de España, en la que los hijos y nietos de los inmigrantes canarios, son la parte del hilo que amenaza reventar por lo más delgado.
El Siglo de Durango (México), 6/10/2010