ABC 29/06/16
EDITORIAL
· Al igual que es necesario cumplir una serie de condiciones para entrar y, una vez dentro, aplicar la normativa comunitaria, salir supone renunciar a las ventajas de pertenecer a la UE
LA Unión Europea no nació como un club a la carta en el que los diferentes socios puedan imponer su voluntad libremente a los demás, sino que constituye un proyecto político y socioeconómico común, basado en el diálogo, la negociación y el consenso para aprobar leyes y normas comunitarias con el fin de resolver los problemas y defender los intereses de todos los estados miembros. Por ello, ahora que el Reino Unido ha decidido abandonar la UE, el Gobierno británico debe asumir su responsabilidad y aceptar las consecuencias que implica dicha salida. La primera y más urgente consiste en activar cuanto antes el artículo 50 del Tratado de Lisboa para iniciar el proceso de abandono y empezar a definir las futuras relaciones entre el Reino Unido y los 27 países que ahora conforman la UE. Bruselas y el resto de líderes europeos no deben comprometer las prioridades comunitarias al interés particular de los británicos y, aún menos, a las disputas internas de los conservadores, cuyo líder, David Cameron, es el culpable de este histórico error. Por el momento, la gran incertidumbre que ha generado el Brexit ya ha desatado una tormenta financiera en Europa, y muy especialmente en la economía británica –con degradación crediticia incluida–, cuya extensión no se frenará hasta que se aclare el nuevo estatus jurídico y político del Reino Unido. Cuanto antes se inicie el procedimiento de salida y se defina el futuro marco de relaciones, menos margen tendrán los peligrosos populismos que han emergido en media Europa para imponer movimientos rupturistas de similar naturaleza.
La mejor estrategia contra los eurófobos y los antieuropeístas es propiciar una reacción rápida y contundente por parte de las autoridades comunitarias. La UE no puede construirse a base de excepcionalidades, caprichos y desplantes. La cumbre de líderes europeos que comenzó ayer en Bruselas debe dejar claro a los británicos que salir de la UE conlleva importantes costes. Al igual que es necesario cumplir condiciones para poder entrar y, una vez dentro, aplicar la normativa comunitaria, salir supone renunciar a las ventajas de pertenecer a la UE. Si los británicos quieren mantener su acceso al mercado único, deberán aceptar obligaciones y asumir buena parte de la legislación europea, incluyendo el libre movimiento de personas, sin poder participar en su elaboración, tal y como sucede con Noruega. Es fundamental que los países socios diseñen una hoja de ruta específica para avanzar hacia una mayor integración europea, un proyecto comunitario reforzado en donde España está llamada a desempeñar un papel central. La respuesta al Brexit debe ser una más cohesionada y mejor Europa.