FRANCISCO ALDECOA-EL CORREO
- La canciller alemana ha jugado un papel fundamental para conseguir una cohesión entre Estados, entre fuerzas políticas del Parlamento, a la hora de enfrentarse a los grandes retos
El nuevo ciclo político europeo que nace como consecuencia de los resultados de las elecciones de mayo de 2019 está en plena aplicación. En dos años no se han podido hacer más cosas. Decimos que es un nuevo ciclo debido a que ha habido cambios políticos de importancia. Por un lado, se incrementa la participación de los ciudadanos en las elecciones en casi 10 puntos, recuperando la situación de hace 30 años, cuando se alcanzó el pico de máxima participación; por otro lado, han perdido peso los partidos populistas, aunque en algunos medios se ha entendido lo contrario, tanto en relación a la influencia de estos partidos populistas, la cual claramente se ha reducido; como en relación a que se necesiten tres partidos para formar gobierno. Sin embargo, yo creo que no es así.
Asimismo, a consecuencia de los resultados, los dos partidos principales, el Partido Popular Europeo y el Partido Socialista, perdieron la mayoría absoluta y, por ello, fueron necesarios tres partidos para recuperar la gobernabilidad. La tercera de las fuerzas será Renew Europe, apoyado por Macron; y también tendrá su sitio, siguiéndole de cerca, el Partido Verde Europeo. Al mismo tiempo, aumenta la adhesión al proyecto comunitario manifestada en las encuestas y, por último, como veremos a continuación, se incrementa la legitimidad de la Comisión Europea elegida, ya que tiene un apoyo de cerca del 70% de la Cámara.
Una de las decisiones más importantes de Angela Merkel para el futuro inmediato ha sido apoyar el nombramiento de Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea, aunque esta obtuvo en la primera votación de julio de 2019 la mayoría absoluta por solo 8 escaños de diferencia; pero en la votación del 28 de noviembre de 2019 logró el 70% de los votos de la Cámara, con lo que el respaldo ha sido el más alto y, posiblemente, no exista en ninguno de los 27 Estados miembros un gobierno con un apoyo tan grande.
Ese amplio consenso en el Parlamento es el que explica que en las resoluciones del mes de abril y mayo de 2020, con objeto de hacer frente a la covid-19, a través de la propuesta a la Comisión Europea de la creación de un Plan de Recuperación audaz, el Parlamento Europeo estableciese ambas resoluciones con un respaldo tan completo de alrededor del 70%. Un mes después la Comisión presentó dicho Plan y fue aprobado definitivamente por el Consejo Europeo el 21 de julio de 2020, después de cuatro días de deliberaciones y de muy difíciles negociaciones, donde el apoyo comprometido e incluso entusiasta de la canciller Merkel fue definitivo para poder llevar adelante el Plan de Recuperación y el Fondo New Generation.
- Posiblemente no abandone la primera línea y podría ser la presidenta de la nueva Convención Europea
Con esta decisión Merkel aceptó, por vez primera, la creación de un empréstito de la Unión Europea que era algo diferente, pero similar, a los famosos eurobonos a los que se había opuesto sistemáticamente durante la crisis de 2008. Así, ocho años antes llegó a afirmar que no habría eurobonos mientras ella viviese. Hay que resaltar que esta decisión es importantísima y, con ello, se deja en gran medida encarrilado, al menos financieramente, el proyecto europeo hasta el año 2058, fecha en que la que está previsto que se liquide este nuevo endeudamiento. Por eso, en parte, se llama Fondo New Generation, ya que van a ser estas nuevas generaciones las que terminen haciendo frente a la deuda mancomunada actual.
Decíamos en el título «Europa sin Merkel, no del todo y de momento» debido a tres razones: en primer lugar porque la Unión Europea ha salido de los principales desafíos a los que se ha enfrentado con éxito gracias a las decisiones o al consenso que consigue en el Consejo Europeo y ese consenso que, en parte, era liderado por la canciller y por el presidente Macron va a continuar en los próximos años, aunque incluso cambie la presidencia francesa, que no lo creo, dado que en la actualidad este consenso se ha ampliado a otros dos países como son Italia con Draghi como primer ministro; y a España con Sánchez que, de momento, tienen, al menos, dos años por delante.
En segundo lugar, si esto no fuese estimable, la presidenta de la Comisión Europea, que hay quien dice que es ‘Merkel bis’, o casi su fotocopia, Ursula von der Leyen, que será quien tiene que aplicar estas decisiones y que goza de una enorme credibilidad, será quien dé continuidad, en gran medida, a las decisiones adoptadas. De esta manera ella se ha convertido en su heredera y no Armin Laschet, el posible nuevo canciller, ya que es probable que sea quien tenga el liderazgo del proyecto europeo.
En tercer y último lugar, decimos «de momento» porque somos muchos los que creemos que, posiblemente, Merkel no abandone la primera línea de la política ya que tanto la ciudadanía como las fuerzas políticas más relevantes y prácticamente la totalidad de los Estados miembros valoran muy positivamente su papel en estas circunstancias y van a demandar su actuación en uno u otro lugar.
Podría ser la presidenta de la nueva Convención Europea que, posiblemente, comience en el verano del año 2022 y jugar un papel equivalente al de Giscard en la Convención de 2002; o presidenta del Consejo Europeo en julio de 2022 después de la marcha de Charles Michel; o cualquier otro puesto que le permita continuar con el nuevo proyecto europeo en cuyo diseño ha participado tan activamente.
Quizás el desafío más importante que tiene la Unión Europea hoy es conseguir una propuesta consensuada en la Conferencia sobre el Futuro de Europa (CoFoE) como resultado del acuerdo entre las instituciones y los ciudadanos y la sociedad civil, y que espero que termine con una reforma de los Tratados a través de la Convención Europea. En esta CoFoE, Angela Merkel, tanto desde fuera como, posiblemente, desde dentro jugará un papel fundamental para conseguir un éxito.