ABC-IGNACIO CAMACHO
Junqueras pretende continuar como diputado europeo la estrategia de deslegitimación de nuestro Estado de Derecho
ES probable que a primera vista no te des cuenta dado que, según la región donde vivas y gracias a que la ley electoral permite la triquiñuela, su nombre acaso no figure en ninguna papeleta, pero con casi total certeza hoy va a salir elegido eurodiputado Oriol Junqueras. Y si tiene suerte le acompañará como número dos un tal Pernando Barrena, antiguo dirigente batasuno que llegó a ser arrestado como miembro de un comando de información de ETA. Sí, ésa es la candidatura real que presentan los separatistas catalanes de ERC, los vascos de Bildu y el BNG, su copia gallega. De paso también Puigdemont, que lleva su propia lista con su cara impresa, puede obtener acta parlamentaria europea, aunque en su caso es difícil que llegue a sentarse en Bruselas porque tendría un problemilla con la Justicia si se presenta a recogerla. Pero en todo caso, a partir de mañana la jurisdicción española va a encontrarse con un nuevo problema: la pretensión de inmunidad del exvicepresidente de la Generalitat suscitará en la Eurocámara una notable polémica que, por pronto que se resuelva, afectará de lleno a la fase final del juicio del procés y a los plazos de la sentencia.
De eso es justamente de lo que trata esta maniobra, de entorpecer el funcionamiento de la maquinaria judicial y de ponerla en solfa. De llevar el problema de los políticos presos –ellos invierten el sintagma, ya lo sabes– al corazón de Europa. De enredar todavía más la madeja y propagar el mantra del Estado autoritario y de su acción represora. De explotar las grietas de nuestro escrupuloso sistema garantista para usarlas en su contra. De la tenaz voluntad con que el nacionalismo se afana en sacar provecho de su eficacia propagandística para complicar las cosas.
El asunto es serio. Los independentistas quieren jugar en campo forastero el partido de vuelta de su suspensión como diputados al Congreso. Saben que si arman suficiente jaleo crearán al menos un clima de opinión que les puede dar rédito cuando llegue a Estrasburgo el recurso contra el veredicto del Supremo. Y en cualquier supuesto pasarán meses enteros desgastando el prestigio democrático de España en los medios internacionales y en el Europarlamento. Ésa es la clase de operaciones en que son consumados expertos, entre otras cosas porque la galbana, el tedio y la dejación de funciones del constitucionalismo les han proporcionado vigoroso adiestramiento.
Así que vete preparando porque todo lo te ha indignado estos días –el circo impune de los juramentos, los titubeos complacientes de Batet, la falta de respeto a las instituciones, la soberanía nacional tomada a cachondeo– sólo representaba el comienzo de una estrategia de deslegitimación exterior de nuestro Estado de Derecho. Y más vale que te acostumbres porque ya me dirás si puedes confiar en que el Gobierno quiera y sepa estar a la altura de los acontecimientos.