Iñaki Ezkerra, EL CORREO, 16/4/12
Del «por la paz un Ave María» habríamos pasado al «por la paz una nave María»
Fue viendo un reciente programa televisivo en el que se les preguntaba, a líderes representativos y a simples ciudadanos cogidos a lazo, su opinión sobre la actual situación vasca. Una de esas personas anónimas abordadas por la calle dijo unas palabras que me inquietaron aunque pretendían pasar por sensatas y hasta por realistas: «Lo que aquí hace falta es que los problemas se arreglen; que si Euskadi quiere la independencia, le den la independencia y que, si quiere irse a la Luna, se vaya a la Luna». A mí me parece que en esas declaraciones, tan disfrazadas de bonhomía conciliadora, de buena voluntad, de ‘buenismo’ –como ahora llamamos a la tontorronería hecha ideología–, reside precisamente el problema del País Vasco y la perpetuación que, durante tantos años, ha tenido la lacra terrorista: «Si Euskadi quiere irse a la Luna…».
La invocación lunar no es casual ni anecdótica sino el alma del problema. Consciente o inconscientemente, ese viandante había buscado, para responder, una metáfora de lo imposible que muchos –él entre ellos– se empeñan en tratar como posible. La alusión lunar sintetiza a la perfección la actitud complaciente ante la demanda de lo descabellado. Recoge una extendida filosofía, toda una forma de pensar. Y dicho así, de esa manera tan llana y tan campechana, da la impresión de que lo que exige el violento como condición para la desaparición de la violencia es poca cosa: ¡Si sólo se pide la Luna! Da la impresión, sí, de que ese pacífico ciudadano estaría dispuesto a darle la Luna al prójimo para que no mate y no solo eso. También da la impresión de que supone que no desean tanto la paz como él quienes le regatean a dicho prójimo aficionado a apretar el gatillo un capricho tan tonto, tan nimio, tan modestamente galáctico. Y es aquí donde tocamos hueso. Es esa suposición implícita en su buena y buenista disposición, la que me hace sospechar que, después de todo, quizá no es tan pacífico como parece ese ciudadano que piensa mejor del que pide lo imposible que de quien no se lo da. ¿Realmente ama la paz quien pone cara de pesar no por quien mata porque no le dan la Luna sino por quienes no le dan la Luna ni así los maten? ¿No es una mala pedagogía que genera monstruos la que no pone e impone a los deseos ningún límite? ¿‘Pacífico’ y ‘lunático’ son términos y conceptos conciliables?
¡Mira que no darle la Luna al chaval! ¡Ya son ganas también de fastidiar! ¡Vámonos todos a la Luna, si eso es lo único que quiere y si así nos deja tranquilos! Del «por la paz un Ave María» habríamos pasado al «por la paz una nave María», que es más cosa de la NASA que del Estado español. ¿Estamos ante una postura realmente posibilista y bienintencionada? ¿Podemos pensar que con gente tan bien dispuesta, tan conformista, tan constructiva, el mundo sería mejor? ¿De veras nos parece que eso es tener los pies puestos en la Tierra?
Iñaki Ezkerra, EL CORREO, 16/4/12