Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 21/11/11
Dos escenarios políticos antagónicos conviven, con idéntica legitimidad democrática, en Euskadi. Mientras las elecciones del 20-N desprenden una holgada mayoría nacionalista, donde las dos fuerzas políticas más votadas -PNV y Amaiur- acaparan 11 de los 18 diputados, el pacto entre PSE-EE y PP le otorgan la ventaja suficiente para mantener en el Parlamento vasco al Gobierno de Patxi López.
En esta dualidad propicia a la confrontación y al lógico desgaste de cada parte, el País Vasco encara los retos de la crisis económica que empieza a acechar con inquietantes signos y de la adecuación del nuevo escenario político a raíz de la llegada de la paz. Desde luego, no se ofrece como el contexto más propicio para procurar una acción compartida en cuestiones de tan hondo calado.
Es revelador que en unas elecciones que siempre se han antojado propicias, como son las generales, los partidos de implantación nacional PSE-EE y PP se han visto largamente desplazados por los nacionalistas. Si ya se consideraba harto complicado que los socialistas pudieran resistirse desde Euskadi a la debacle que se presuponía desde Madrid, más extraño resulta comprobar la incapacidad de los populares vascos para mejorar su actual cuota de representación en el Congreso, precisamente cuando nadaban a favor de la corriente que significaba la contundente victoria asignada a Mariano Rajoy.
Sin duda, Iñigo Urkullu presionará al Gobierno vasco para que acorte la actual legislatura, esgrimiendo la tozudez de los datos que evidencian su mayoritaria presencia en la sociedad vasca. Sin embargo, no se espera que los socialistas entren de inmediato en el debate porque supondría su suicidio político, sobre todo tras los pobres resultados del 20-N que confirman la escalofriante pérdida de apoyos desde 2009 y que les dejaría en una patética situación. La lectura que puedan hacer sus socios del PP será muy similar y es lógico que a partir de ahora el propósito de Antonio Basagoiti se fije en rentabilizar el efecto que supondrá la gestión del Gobierno Rajoy para los intereses de Euskadi.
En esta coyuntura se puede asistir a un desesperante diálogo de sordos, sobre todo entre PNV y el Gobierno vasco. Amaiur, a su vez, se mostrará más distante porque su pelea no está, de momento, en el Parlamento de Vitoria del que está ausente; su objetivo es Madrid, a donde vuelve la izquierda abertzale después de 15 años con el mismo mensaje político, la autodeterminación para Euskadi, pero en unas condiciones radicalmente distintas: no les acompaña la comprensión de la violencia. Así se lo dirán a Rajoy y, claro, al Rey cuando les llame.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 21/11/11