Antonio Elorza, EL PAÍS, 20/10/12
La noche del 20 de octubre del año pasado no hubo gritos de júbilo, ni grandes demostraciones de libertad en las calles de Euskadi. El anuncio del cese definitivo de la violencia de ETA se vivió con emoción contenida, únicamente intuida en la soleada mañana siguiente por la cantidad de ciudadanos devorando los periódicos o por las conversaciones, en pequeños corrillos, sobre si aquella sería la definitiva.
Con esa misma filosofía de normalidad, Euskadi cumple hoy un año desde aquella histórica fecha, en plena jornada de reflexión antes de unas elecciones autonómicas en las que por primera vez ETA no ha sido el elemento central, con la sensación entre la ciudadanía de haber pasado página o, al menos, de haber puesto rápidamente el foco en otras áreas que consumen su tiempo y sus preocupaciones, como la profunda crisis económica. Euskadi sopla la primera vela de la paz y la segunda sin asesinatos sin dar grandes pasos hacia el cierre de algunas heridas invisibles que quedan a pie de calle, y con avances institucionales en el reconocimiento de las víctimas de otras violencias, hasta ahora olvidadas.
“No ha habido un cambio excesivamente brusco en este año; la ciudadanía vivió la noticia como una continuidad, daba por descontado lo que finalmente ocurrió”, relata Txema Urkijo, adjunto a la dirección de laOficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo del Gobierno vasco. Las encuestas lo demuestran: a finales de 2010, el sociómetro del Ejecutivo autonómico constataba el desplome de ETA entre las preocupaciones de los vascos. Sin el anuncio del cese de la violencia, que llegaría un año después, ETA era una inquietud para el 19% de los encuestados, una tercera parte de quienes tenían a la banda entre sus principales preocupaciones en el mismo estudio de 2004. En un último estudio conocido en marzo de este año, el terrorismo ocupaba el cuarto lugar entre las preocupaciones sociales. A esta percepción social se une el hecho de que distintos dirigentes de la izquierda abertzale hayan declarado que ETA no volverá a matar, aunque otros como el PP recuerdan a diario que la banda no ha desaparecido.
“La no celebración del cese de ETA y la estrategia de supervivencia de mirar hacia otro lado han hecho que la sociedad haya corrido muchísimo en un año para pasar página”, añade el profesor de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco Alfredo Retortillo. El sociólogo Imanol Zubero, uno de los promotores de la plataforma ciudadana Gesto por la Paz, matiza: “Somos una sociedad curiosa, que ha mantenido la convivencia incluso durante los años más duros del terrorismo”. Una “convivencia perversa, porque se sostenía basándose en que no se tomara en serio el problema” y que solo estuvo en riesgo, según este sociólogo de la UPV, durante el secuestro y el asesinato del concejal del PP en Ermua Miguel Ángel Blanco, de cuya muerte se ha cumplido este verano el 15 aniversario.
Frente a la “tensión real, los intentos de recomponer las relaciones” de la tregua de 1998, Urkijo ve ahora una “relajación en la vida sociopolítica” en la que “no se están abordando los problemas de la convivencia”. Desde el ámbito asociativo, uno de los más capaces para tratar este reto, detecta cierto “cansancio de tantos años de trabajar por la paz”. “No creo que el problema desaparezca como desaparece la nieve, desaparecerá lo visible, pero lo invisible permanecerá si no se hace nada”, añade Retortillo.
En el ámbito institucional, los 12 meses sin ETA han servido para avanzar en el reconocimiento de las víctimas de los excesos policiales y de los grupos ultraderechistas, un ejercicio “de justicia social, de que el peritaje del daño en Euskadi sea completo”, defiende Urkijo. Las instituciones han trabajado en cuestiones relacionadas con la memoria, dentro de la ponencia para la paz en el Parlamento de Vitoria, se ha avanzado en la creación del Instituto de la Memoria. Y, en 12 meses, algunas imágenes: encuentros entre víctimas y presos de ETA arrepentidos, reconocimiento del daño causado por la izquierdaabertzale, víctimas en las aulas o la imagen de Martin Garitano en el homenaje al empresario asesinado por ETA Joxe Mari Korta.
Euskadi avanza sin ETA pero aún “no hemos solucionado los problemas, seguimos sin tener un proyecto social compartido, sin saber quiénes somos”, ensalza Zubero. “Ahora todos tenemos más libertad para afrontar esas incógnitas, como la propuesta de independencia”. “Entre convivencia y conflicto no hay contradicción, hay que gestionar el conflicto adecuadamente para que la convivencia no se rompa”, recuerda.
Antonio Elorza, EL PAÍS, 20/10/12