Kerman Romeo, EL PAÍS, 4/9/11
Políticos e intelectuales reflexionan sobre los retos para el futuro del País Vasco – La posibilidad de una concordia cívica marca el debate ante el final del terrorismo
«La convivencia pacífica en Euskadi no es posible mientras el león ande suelto. Bien es cierto que el león no está ahora en el centro de la plaza. Está en un rincón, agazapado a la sombra de los soportales, pero, aunque no se le vea, conserva sus colmillos y sus zarpas. No nos engañemos: la paz es un resultado, no una premisa». Mañana se cumpla un año del anuncio por ETA, a través de un video enviado a la BBC, de que declaraba el alto el fuego que todavía mantiene, y el escritor Fernando Aramburu, quien en libros como Los peces de la amargura y El vigilante del fiordo ha diseccionado toda la crudeza de la violencia etarra, remarca con aquellas palabras que la convivencia es imposible mientras la banda exista.
Pero 365 días después de aquel anuncio, la agenda de cuestiones pendientes en Euskadi va anotando algunos otros asuntos hasta ahora impensables. Uno de ellos es el de la concordia cívica cuando ETA anuncie su final. El lehendakari, Patxi López, presentará el próximo 29 de septiembre ante el Parlamento vasco, en el marco del pleno de política general, su iniciativa por la paz y la convivencia que los socialistas vienen preparando durante los últimos meses.
Las líneas maestras de este plan pivotarán sobre la conservación de la memoria de las víctimas, la educación en valores y la presión a los radicales para que exijan el final definitivo y sin condiciones de la banda. A ello se añade el esfuerzo para evitar que sea la izquierda abertzale la que capitalice el mérito de la pacificación, cuando la derrota de ETA, como el propio López o el consejero del Interior, Rodolfo Ares, vienen insistiendo en las últimas fechas, es solo un mérito del conjunto de los demócratas y de la fortaleza del Estado de derecho.
Juana Bengoechea, una de los cinco ediles del PP en Irún, afirma que, aunque no conoce al detalle el documento que presentará el lehendakari en la Cámara, es escéptica sobre su validez desde un punto de vista práctico. «Los protagonistas de la convivencia son los ciudadanos, no los políticos», apunta a EL PAÍS. Y es que, para Bengoechea, ya se convive en Euskadi. «El problema es la pervivencia del odio», sostiene. «Para que este desaparezca hacen falta nuevas generaciones de mente más abierta. En un mundo global, este tipo de odio irá languideciendo y acabará por disolverse. Con la democracia y la educación hay que conseguir que esos odios se relativicen y se conviertan en simples manías», apostilla la concejal.
[El presidente del PNV de Bizkaia, Andoni Ortuzar, descalifica al lehendakari por no haber tenido la suficiente «valentía» para liderar el proceso de paz. Ortuzar interpreta en una entrevista difundida ayer por Efe que el plan de paz y convivencia que López llevará a la Cámara supone solo una manera de engancharse a ese proceso después de haberlo vivido «descolocado y en fuera de juego].
En todo este camino se cruzan los gestos hacia los presos de ETA y sus familiares que han prodigado en fechas recientes dirigentes de Bildu o declaraciones como las últimas del diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano, quien afirmó que los atentados de ETA en Cataluña eran «más que un error», sin hacer referencia a los cometidos en otros lugares de España y de Francia.
Alberto López Basaguren, catedrático de Derecho Constitucional de la UPV, opina que los representantes institucionales de Bildu dan muestras de que, quizá por el éxito electoral que tuvieron el pasado 22 de mayo, «no han asimilado de forma suficiente las decisiones a las que les ha llevado el pragmatismo». «Quienes votaron a Bildu pensando que favorecían la paz quizás han provocado el efecto contrario», asevera.Sin duda, la legalización de Bildu y su éxito en las urnas de mayo supone la principal novedad política en este año que mañana se cumple tras el comunicado etarra. Para Txelui Moreno, uno de los hoy portavoces habituales de izquierda abertzale ilegalizada, la concordia cívica se halla al alcance de la mano, aunque resalta que no se conseguirá con las «humillaciones» a los presos etarras o las «amenazas» que asegura que están recibiendo ediles de la coalición soberanista, como Ana Carrere, alcaldesa de Andoain.
Carrere anunció a comienzos de agosto que iba a presentar una denuncia tras recibir cartas con amenazas de muerte en que se calificaba a los miembros de su equipo de gobierno de «alimañas llenas de odio que hay que exterminar». Tanto el PSE como el PP en el municipio condenaron con claridad esos hechos.
En opinión de este catedrático, para avanzar en la convivencia debe exigirse a Batasuna su desconexión absoluta con ETA, y que afronte la «barbarie» que ha cometido junto a la banda: «La izquierda abertzale ha protegido y pretende seguir protegiendo a los asesinos. Esa es una diferencia que no puede taparse tras el discurso de ‘todas las violencias», incide.
«Si existe voluntad y se actúa con honestidad, la convivencia es posible», mantiene Moreno en declaraciones a este periódico. El portavoz abertzale aboga por «corregir y aprender» de las experiencias vividas, pero mirar hacia el futuro. Recuerda que los firmantes del Acuerdo de Gernika -la izquierda abertzale heredera de la ilegalizada Batasuna, EA, Alternatiba, Aralar y casi 30 organizaciones sociales- ya recogieron en ese texto la necesidad de «reparar a las víctimas» y pide sacar este asunto del debate.
Dicho texto se suscribió solo 20 días después del comunicado etarra. En él se pedía a la banda un «alto el fuego permanente» y al Gobierno, entre otras cosas, que se implicase en un proceso de diálogo y negociación política. El 10 de enero pasado, por medio de otro vídeo, ETA comunicaba que el alto el fuego era «permanente, de carácter general y verificable internacionalmente»·
«¿Qué ganaría exigiendo al PSOE que pida perdón por todo el sufrimiento causado a las familias de los presos?», se cuestiona Moreno, quien considera que los políticos deben abandonar «posturas maximalistas». Explica esta tesis diciendo que otros procesos de paz desarrollados a lo largo de todo el mundo muestran que la clave se encuentra en generar complicidades entre todos los agentes sociales. «Van a ser necesarias muchas dosis de diálogo para poder llegar a la reconciliación. La izquierda abertzale está comprometida con la búsqueda de la paz», sentencia.
«¿Qué persigue el Gobierno cuando no quiere verificar algo que todo el mundo está verificando? Aquí nadie duda que el alto el fuego se está cumpliendo a rajatabla y que ETA ha adquirido compromisos para la paz», se queja Moreno sobre la actitud del Ejecutivo de Zapatero en este año.
Desde la declaración etarra del 10 de enero, un total de 52 personas han sido detenidas por su relación con ETA en España, Francia, México, Venezuela y el Reino Unido. Entre ellos figuran, por ejemplo, los miembros de uno de los comandos más activos de los últimos años, autor del asesinato del inspector Eduardo Puelles, última víctima mortal de la banda en Euskadi, o su jefe militar capturado más recientemente, Alejandro Zobarán, Xarla, arrestado con otros tres etarras en Francia el 10 de marzo, apenas nueve días después de la anterioor operación.
Además de la paz, las víctimas de la banda desean que no se pase página como si nada hubiera ocurrido y que el relato de la memoria de décadas de terrorismo sea veraz. «Primero, a través de cada persona que sufrió las consecuencias de la violencia y el terrorismo. Segundo, mediante el asentamiento de un relato compartido que no admita justificaciones», recalca la directora de la Oficina de Atención a las Víctimas, Maixabel Lasa. Y apunta que observa cierto «hastío» entre las víctimas con respecto a los homenajes oficiales que se les tributan. Recuerda que la institucionalización del Día de la Memoria cada 10 de noviembre tenía, entre otras finalidades, la de reconducir estos actos a un solo día.
Para Juana Bengoechea, la reconciliación es una actitud individual entre el que ha sufrido y el que ha hecho sufrir. Con arrepentimiento, con el reconocimiento del daño causado, con la petición de perdón, expone, una víctima podría reconciliarse con su verdugo. Y añade que la reconciliación no puede entenderse como un fenómeno social: «La democracia no puede reconciliarse con el terror, la inocencia no puede reconciliarse con el crimen. ¿Los judíos, como sociedad, debieran reconciliarse con los nazis?».
Fernando Aramburu aboga por el estudio exhaustivo y por la extracción de conclusiones pedagógicas para que los ciudadanos no ignoren las consecuencias «atroces» del uso de la violencia. Y concluye: «Nada de condiciones para la convivencia. Gestos, obras, hechos y, sobre todo, humildad. El 7 de diciembre de 1970, el canciller federal Willy Brandt tuvo el coraje de arrodillarse en nombre de Alemania ante el monumento a los héroes del gueto de Varsovia. El día que vea algo semejante en un miembro destacado de la izquierda abertzale empezaré a creer que todo lo que estamos viviendo últimamente no es estrategia ni tejemaneje».
Kerman Romeo, EL PAÍS, 4/9/11