EL PAÍS, 21/9/12
Mariano Rajoy debe saber que el efecto mimético de Cataluña no llegará a Euskadi, al menos de momento. Así se desprende de las primeras reacciones vascas, posteriores al encuentro entre el presidente del Gobierno central y Artur Mas, donde la contención, más allá del impulso ambicioso de EH Bildu, fluye como tónica general. En realidad, el PNV tiene otros ritmos y un pragmatismo alejado de la radicalidad que hace más fácil el posicionamiento del PSE-EE aunque sea insuficiente para desterrar las dudas que alberga el PP.
Iñigo Urkullu asume como irremediable la tentación mediática de trasladar a Euskadi el efecto independentista derivada de la explosión soberanista en la Diada. Precisamente por eso, el presidente del PNV y candidato a lehendakari ataja rápidamente la dialéctica suscitada para advertir de que Euskadi “tiene su propia vía, sus herramientas de autogobierno”. Urkullu, de hecho, ha situado en el frontispicio del 2015 el debate sobre el estatus político del País Vasco con relación a España y así resulta comprensible que ahora evite cualquier concomitancia con el modelo catalán del que busca mantener una prudente distancia, siquiera estratégica.
A pesar de este ejercicio de prudencia desde el PNV, Antonio Basagoiti recela. El líder de los populares vascos sostiene que Urkullu va a hacer “exactamente” lo que ha hecho Mas, al que sitúa en una línea similar a la utilizada por Juan José Ibarretxe y que, a su juicio, consiste en “excitar al máximo los sentimientos nacionalistas de agravio, victimismo y resentimiento hacia España”.
Entre ambos se abre un carril por el que el PSE-EE puede transitar con relativa comodidad desde la óptica vasca. Así se explica que el lehendakari, Patxi López, se instale en el discurso de corte institucional que le permite reclamar a Mariano Rajoy y a Artur Mas “un esfuerzo sincero” para reconducir la situación de Cataluña “por una senda de sensatez y responsabilidad”.
Los socialistas vascos no se sienten concernidos por este debate. En todo caso, les permite advertir de las tentaciones independentistas que pueden sobrevolar sobre la campaña electoral del 21-0. Si así fuera, el PSE-EE tiene claro que dirigiría su artillería hacia el PNV.
En el caso de EH Bildu, por contra, se asume fácilmente su causa independentista como razón de ser de su ADN político. Así se explica que su candidata a lehendakari, Laura Mintegi, exija a Cataluña “más ambición” en su reivindicación soberanista. Sin embargo, al recomendar al pueblo catalán que idee una medida “más adecuada” que el Concierto Económico ha soliviantado al PNV porque le ha dado la oportunidad de creer que no tiene la confianza suficiente en una herramienta tan determinante para la estructura jurídica y económica de Euskadi. En realidad, Mintegi estaba pensando en un orden soberanista que no necesita del Concierto “del que sabemos sus límites”, pero Urkullu entiende que al desdeñar esta figura histórica se pone del lado de “partidos con vocación españolista”.
Así las cosas, ni en una cuestión nuclear como el Concierto existe un punto de acuerdo entre las dos grandes fuerzas nacionalistas. Desde la óptica abertzale, el Concierto se “ha idealizado” en Cataluña, pero les recuera que “no es la mejor medida” y como razón principal la candidata soberanista espeta que surgió en el marco de un Estatuto de Gernika que ve “agotado”.
Más allá de los pronunciamientos inmediatos sobre la realidad catalana, Euskadi ha tomado una prudente distancia para proyectar dos realidades bien diferenciadas con su propia dinámica de actuación. Incluso, desde la óptica nacionalista se adopta una postura de “respeto” hacia el “protagonismo” del “pueblo catalán”, a quien confían desde el PNV “la decisión sobre su futuro”. Y lo hacen con una atención preferente al papel de las instituciones “para que sepan canalizar y canalizar” de forma adecuada “las demandas de la sociedad”, subrayó Urkullu.
Conscientes de esta posición diletante, pero conocedores también de la ambición intrínseca del alma nacionalista, el PSE-EE recuerda que la sociedad vasca “no quiere volver a ese pasado cercano en el que toda la política en Euskadi era confrontación, división y enfrentamiento”. Según Patxi López, Euskadi “no creo que quiera propuestas que fracturen a esta sociedad y que rompan el país”. Es por ello que el candidato socialista prefiere pensar en “proyectos” que “sumen y aúnen”.
De momento, ningún partido con vocación de gobierno, a excepción lógicamente de EH Bildu, se ha apresurado a compartir el ansia independentista que engloba la reacción catalana. Hasta el propio Joseba Egibar ha elegido la prudencia para acariciar el ansia soberanista de Euskadi tras admitir que acoge “con simpatía y mucho interés los acontecimientos de Cataluña”. “La independencia llegará, pero hay que ir paso a paso para ajustar en el marco jurídico las necesidades sobre el derecho a decidir”, dijo ayer el presidente del GBB para no deslizarse de la línea oficial del presidente de su partido.
EL PAÍS, 21/9/12