Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 20/12/11
Mariano Rajoy ha frustrado, posiblemente en exceso, las expectactivas que el entorno aglutinado en torno a la Conferencia de Paz de San Sebastián alimenta sobre cuál será la hoja de ruta del Gobierno central ante el nuevo escenario político que provoca la ausencia de la violencia. Ni una palabra en su primer discurso, que, eso sí, arrancó de manera significada con un recuerdo a las víctimas del terrorismo. Lógicamente, es de suponer que la venidera intervención del Josu Erkoreka le incitará a pronunciarse, siquiera míninamente, sobre la realidad del País Vasco que, ya sin ETA, no supone una prioridad entre las urgencias de un PP con mayoría absoluta.
Con este significativo silencio sobre Euskadi, el futuro presidente de Gobierno vuelve a mandar otro mensaje a la izquierda abertzale, como ya ha hecho desde la Mesa del Congreso a no autorizar su grupo parlamentario. Rajoy viene a decir a Amaiur que no tiene prisa alguna en atender las exigencias políticas que acompañan a la renuncia de ETA. Que, de momento, tampoco siente ninguna necesidad de abrir la mano en la política penitenciaria para beneficiar a presos por terrorismo.
En este escenario, es fácil comprender la inquietud que se empieza a detectar en el ámbito nacionalista. Incluso, no debe olvidarse que el PNV se ha visto relegado en exceso durante el turno de consultas antes del debate de investidura, ocupando así un papel mucho más secundario del que ha gozado en virtud de la debilidad de Rodríguez Zapatero. Desde luego, en base a estos antecedentes, aquella interpretación positiva que mereció en el entorno abertzaleel comprensivo análisis de Rajoy sobre la retirada de la banda armada queda hoy reducida a mero espejismo. Más aún, con estos gestos en el Congreso vuelve a tomar cuerpo la idea de que los populares hayan adoptado desde Madrid por mantener su tradicional firmeza hasta que no escuchen de la izquierda soberanista el reconocimiento a las víctimas de ETA.
Después de tantos años de un permanente protagonismo político, salpicado en su origen por el vendaval del terrorismo, Euskadi trata de adecuarse al primer discurso de investidura en el que queda fuera del foco. Afortunadamente es por que ya no está ETA.
Juan Mari Gastaca, EL PAÍS, 20/12/11