EL PAÍS 24/10/15 – FERNANDO SAVATER
· Para obtener la nacionalidad española no bastará con cumplir los plazos de residencia o acreditar buena conducta sino también deberá responderse correctamente a preguntas enigmáticas.
Decía Cioran que solo los rusos y los españoles se hacen sobre sus patrias las preguntas que otros se hacen respecto a Dios: ¿Existe? ¿Ha muerto? ¿Me ama? ¿Hay uno o muchos?, etcétera… Lo mismo vale para el catecismo, que en su versión tradicional es un test para averiguar si sabes ser buen cristiano, y ahora pruebas oficiales para comprobar si los aspirantes a la ciudadanía española saben ser buenos españoles. Estas pruebas antes dependían de los gustos del juez de turno y ahora, para darles mayor seriedad (en vez de suprimirlas, que sería lo único serio), responderán a un temario elaborado por el Instituto Cervantes, supongo que obligado a colaborar en semejante majadería.
Así que para obtener la nacionalidad española no bastará con cumplir los plazos de residencia o acreditar buena conducta sino también deberá responderse correctamente a preguntas así: ¿qué instituciones proceden de la soberanía nacional que reside en el pueblo? (a la que no saben contestar por lo visto varios presidentes autonómicos y algunos millones de ciudadanos ya acreditados) o cuál es la fiesta más famosa de Cádiz y Canarias (no, no son los sanfermines). La más enigmática de estas cuestiones para mí trata de si una botella de 750 mililitros de agua contiene tres cuartos de litro, medio litro o un litro. ¿Por qué agua? ¿No sería más étnico vino de Rioja o de Jerez?
También es relevante saber quién es Edurne Pasaban, Manolo Blahnik o José Andrés. ¿Cómo va a ser uno buen ciudadano ignorando estas cosas? Propongo una nueva prueba, basada en un chiste de La Vanguardia, cada vez más ocurrente. Un friki neonazi con bandera española le pregunta a otro: “¿Qué celebramos el 12 de octubre?”. Respuesta: “El día que Albert Rivera descubrió América”. El último que se ría, español.