Consuelo Ordoñez-El Correo
- El Gobierno vasco está concediendo terceros grados tramposos a presos de ETA sin cumplir con los requisitos que exige la ley
Durante la campaña electoral se habló sobre qué pasaría con los presos de ETA si EH Bildu llegara a gobernar en Euskadi, dando por hecho que se produciría una amnistía más o menos encubierta, dado que este siempre ha sido su objetivo. Supieron engañar durante muchos años a una parte de la opinión pública haciendo creer que solo pedían el fin de la dispersión y disfrazando esta petición como una causa encomiable a favor de los derechos humanos. Siempre han sido maestros de la propaganda y de la mentira.
Pues bien, terminada la política de dispersión hace un par de años, ahora centran su discurso en la supuesta «excepcionalidad penitenciaria» de que los etarras presos estén en la cárcel. Ya no hay eufemismo que les permita camuflar su verdadera aspiración: que los asesinos de ETA presos estén en casa («etxera»); es decir, libres e impunes. ¿Por qué? Muy sencillo: para la izquierda abertzale, los crímenes de ETA no deberían tener castigo penal porque matar o ayudar a matar estuvo justificado.
Sin embargo, no va a hacer falta que EH Bildu llegue a Ajuria Enea para que veamos esas excarcelaciones encubiertas de presos de ETA. Ya se están produciendo. Y no las está efectuando EH Bildu, sino el PNV, que gestiona la competencia de prisiones desde octubre de 2021 a través de la consejería de Justicia. ¿Cómo se están produciendo esas excarcelaciones encubiertas? A través de la concesión de terceros grados tramposos.
Y digo bien cuando los califico de tramposos porque los están concediendo sin cumplir con los requisitos que para ello establece la ley: arrepentimiento, petición de perdón, asunción de responsabilidades civiles y disposición a colaborar con la Justicia si son requeridos para ello. El Gobierno vasco basa estos terceros grados en que escriben unas cartas en las que supuestamente expresan arrepentimiento y piden perdón a las víctimas, pero los hechos siempre terminan desmintiendo las palabras.
Es público y notorio que los presos de ETA siempre han sido presos con doble candado: el de la Justicia que les ha condenado y el de la izquierda abertzale. Este último, el más férreo. Les prohíben el arrepentimiento y la colaboración con la Justicia, y sin cumplir con estos dos requisitos no deberían poder progresar al tercer grado. «Arrepentimiento y delación son líneas rojas que un preso de motivación política no puede traspasar», advirtió Pernando Barrena en 2016. Cada cierto tiempo lo recuerdan, siempre en público, para que todo el mundo sepa sus líneas rojas.
Las declaraciones de Joseba Azkarraga en la manifestación del pasado mes de enero en Bilbao -un clásico de todos los años- fueron en ese sentido: «Nos encontramos con que para la evolución a tercer grado se exigen a veces elementos como delación o arrepentimiento. Y mucho más importante que una delación impuesta es el mantenimiento en el tiempo del fin de la violencia. Los jueces deberían tenerlo en cuenta».
Si hay algo «excepcional» en la política penitenciaria con los presos de ETA es precisamente que se les otorguen terceros grados sin cumplir con la ley. Si siguen vinculados a la izquierda abertzale y sus organizaciones satélite -Sare, Etxerat-, es imposible que estén arrepentidos, dado que se lo prohíben expresamente. En Covite hemos hecho una fiscalización exhaustiva de qué presos de ETA son exhibidos en las manifestaciones organizadas por la izquierda abertzale, a través de pancartas y de fotos, en su clásica costumbre de pasearlos públicamente como si fueran héroes a los que rendir pleitesía. Solo cuatro de los más de 60 presos de ETA que se han visto beneficiados con un tercer grado no están presentes, desde hace años, en estos aquelarres siniestros. Esos cuatro sí estarán arrepentidos de verdad, y por ello habrán sido expulsados de la órbita de influencia de la izquierda abertzale, con toda la pérdida de beneficios que les habrá conllevado (renunciar a sus psicólogos, a sus abogados, a las pagas, al apoyo a sus familias…).
Estas trampas con los terceros grados se están produciendo ante un silencio generalizado. Ni el PSE, socio de Gobierno del PNV en la anterior legislatura y en la próxima, ni los partidos de oposición, ni las asociaciones de víctimas -excepto Covite- están diciendo absolutamente nada de este fraude que afecta muy directamente al derecho a la justicia de las víctimas de ETA. Incluso la Fiscalía está dejando de recurrir estos terceros grados.
No se trata solo de respetar el derecho a la justicia de las víctimas -que también, y que no se está haciendo-, sino de levantar los cimientos para garantizar que nunca más volveremos a vivir el horror del terrorismo de ETA. Desde luego, la peor forma de hacerlo es mediante una falsa reinserción de los presos de ETA, puesto que la mayoría continúan orgullosos de su pasado criminal. Si seguimos así, vamos por mal camino.