Excentricidad

SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 29/05/2013

Santiago González
Santiago González

· El soberanismo catalán y la compaña (ICV y PSC) proponen que la ley de educación tenga que depender del Estatut en Cataluña y de las demás autonomías en sus respectivos ámbitos. Es decir, que, en cada comunidad, la Constitución tendrá como techo el Estatuto de Autonomía. No es asimetría; es excentricidad.

Mientras, el presidente del Gobierno había reunido el lunes a todos sus lehendakaris en un almuerzo en Génova: salmorejo, solomillo a la pimienta y trilogía de chocolate con fruta. Zapatero se los llevaba a cenar a La Moncloa, aunque nadie debe pensar que era para pasarle la factura al erario. Se trataba de cargar de sentido institucional la política autonómica del partido. Así sucedió el 18 de mayo de 2008, en que cenaron mientras hablaban de la financiación. Antes, el 10 de enero de 2006, para acordar el Estatut.

En La Moncloa el alma se serena, la moqueta amortigua las voces, los ecos y los gritos y se ahorran disgustos: el 7 de noviembre de 2005 quedaron en Gobelas, y en casa pasa lo que pasa: Maragall exasperó a Rodríguez Ibarra hasta el punto de que el mandatario extremeño sufrió un infarto agudo de miocardio.

El caso es que Rajoy ha conseguido una foto de familia, pero no ha podido convencer a los suyos de que nadie va salir perdiendo con la asimetría catalana en el déficit. Zapatero también creía que la asimetría financiera era posible sin que a nadie le tocara menos. Maragall sabía que, con su financiación a la carta, «alguien va a tener que recibir menos», que fue lo que le provocó el infarto a Ibarra. La suma de las partes de un todo nunca da más del cien por cien. Como se viene demostrando desde entonces. Incluso desde antes.

Si a Cataluña se le tolera un déficit mayor, una de dos: o aumentará el déficit del conjunto, o, para contener éste, otras comunidades tendrán que hacer mayores esfuerzos. Sin embargo, tampoco debemos sucumbir a la tentación de convertirnos en lo que Arzalluz llamaba «las autonomías de la envidia».

Una de las críticas que más frecuentemente se hace a los nacionalismos en asuntos como éste es que fomentan la desigualdad entre los españoles. El gran Boadella afirmaba que, cuando alguien pide rancho aparte, es para comer más. Pues bien, esto no es cierto. Aunque la gran Cigarra incurra en un déficit mayor que las esforzadas autonomías-hormiga, no crecerá la desigualdad entre los españoles (dicho sea con perdón).

Albert Rivera le hizo a Mas la gran pregunta desde el Club Siglo XXI: «¿Qué haces destinando 200 millones a la política lingüística, con 41 consejos comarcales que cuestan 600 millones de euros y qué haces abriendo embajadas si no tienes competencias para la política exterior? ¿Haces eso y ahora pides un sistema de financiación asimétrico?». Los ciudadanos catalanes no tendrán mejores servicios públicos por mucho que sus gobernantes estiren el déficit. Llegado el caso, Mas seguirá gastándose el dinero en sus chorradas soberanistas.

SANTIAGO GONZÁLEZ, EL MUNDO 29/05/2013