Miquel Giménez-Vozpópuli
- Dice el gobierno que Sánchez y Robles también han sido espiados por el programa Pegasus. Las he oído mejores
La historia nos ofrece un auténtico rosario de excusas plausibles, ciertas o mendaces, que han justificado auténticas barbaridades. La voladura del Maine, el ataque a Pearl Harbour, el incidente del puente Marco Polo o el de Gliwice son buenos ejemplos. Se busca una agresión por parte del adversario y con eso te justificas ante el mundo. Ponerse la venda antes que la herida y aprovechar para señalar al contrario no es novedoso en estos tiempos de gobierno social comunista.
Hemos visto quedar en agua de borrajas el asunto de las balas remitidas a líderes podemitas, por vía de ejemplo. De ahí que la aparatosidad con la que el Gobierno ha convocado una rueda de prensa para anunciar a bombo y platillo que, en medio de Pegasus, el presidente y la ministra de defensa han sido espiados por ese método suene más a las deliberaciones del consejo de ministros de Fredonia con Groucho de presidente que a algo serio.
En este impresionante castillo de fuegos artificiales orquestado por el aparato propagandístico separatista el Estado va, como siempre, varios pasos detrás. Digo el Estado y no Sánchez, que ha aprovechado para colocar a sus socios en los centros más reservados y que exigen un mayor sentido del estado. Los socios del Gobierno, sin embargo, viendo que la jugada les ha salido perfecta – ¿cómo, sin el presunto espionaje a líderes lazis, justificaría el presidente meter en la comisión de secretos oficiales a golpistas y terroristas? – exigen más a un político que depende de ellos hasta para ir al lavabo.
En este impresionante castillo de fuegos artificiales orquestado por el aparato propagandístico separatista el Estado va, como siempre, varios pasos detrás
Quieren que rueden cabezas, especialmente la de Margarita Robles, quizás la única que en ese despropósito que llamamos piadosamente Gobierno tiene el coraje de llamar las cosas por su nombre. Robles molesta porque no acepta ukases y porque ocupa la cartera más odiosa para el frente popular que apoya a Sánchez. Teniendo a Marlaska en interior y a Calviño siguiendo el manual de embustes del gobierno, doña Margarita es el objetivo a abatir. Pero a Sánchez no le conviene prescindir de ella y menos de cara a la cumbre de la NATO que está al caer en Madrid – ya veremos si se hace, porque en la Alianza tienen serias y fundadas sospechas acerca de que lo que ahí se diga no vaya a ser inmediatamente comunicado a Putin- y porque al ocupante de Moncloa le conviene dar de puertas afuera una imagen menos radical.
¿Qué ha hecho? En lugar de romper esa maléfica cadena que le tiene a él y a toda España aherrojada al caos y a la vergüenza, se ha inventado una excusa plausible y la ha anunciado con el aparato mediático que presupone una rueda de prensa imprevista. “Al presidente y a la ministra los han espiado y seguramente es una potencia extranjera”, repiten como loritos las centrales mediáticas al servicio del gobierno. “Vean ustedes como en lo de Pegasus el gobierno no tiene culpa alguna, porque también han intervenido sus móviles”, añaden. Lo que haga falta con tal de proseguir un mes, una semana, un día, un minuto más en los despachos oficiales. Que los servicios de inteligencia queden como unos cocheros por no haber prevenido tal posibilidad le da igual a quienes nos gobiernan. Lo importante es que Sánchez aparezca siempre inmaculado, siempre inocente, siempre surgiendo de las aguas impoluto cual Venus de Botticelli.
Como los sobrecitos con balas, que se lo crea quien quiera.