- Sin duda Pedro Sánchez pasará a la historia por haber sido quien exhumó el cadáver de Franco, pero también, a este paso, por ser quien acabe enterrando el actual modelo constitucional
Yo les juro que me levanto cada mañana con el firme propósito de encontrarle el lado bueno, pero es que no hay manera. Cuando no son los indultos es la sedición, cuando no es la reducción de las penas por malversación se trata de la Guardia Civil de Tráfico de Navarra, una transferencia pendiente que en lugar de hacerse a su debido tiempo, y de la mano del Gobierno foral, ha sido moneda de cambio para que Bildu apoyara los presupuestos y se apuntara el tanto. Cuando no es la bochornosa cocina del CIS, lo que frustra nuestras buenas intenciones son las histéricas embestidas contra la prensa crítica, práctica ésta que en cualquiera de los países con mayor calidad democrática sería, como poco, motivo de escándalo.
Cuando no es una cosa es otra. Un día te vas a la cama con el mal cuerpo que te deja la soberbia de un tipo capaz de la más grosera de las autocomplacencias y horas después te levantas con el anuncio de una nueva decisión que redobla la apuesta por la degradación de las instituciones del Estado. Te acuestas pensando en que tan nefasto fue que la historia la escribieran en exclusiva los vencedores como que sean los nietos de los perdedores los que, mucho tiempo después, pretendan reescribirla a su antojo. Te bulle en la mente esa frase complaciente que habla del “pasado luminoso del republicanismo” y piensas que es sólo una parte de la verdad, que para el franquismo, que nada tuvo de luminoso, hubiera sido mucho más difícil suprimir las libertades y poner de rodillas durante tanto tiempo a la democracia de no ser por los errores cometidos desde el lado oscuro de la República, que lo tuvo.
De las decenas de juristas de reconocido prestigio que hay en España con mentalidad progresista, Sánchez ha ido a elegir a los dos que cualquier observador neutral definiría como claramente inadecuados
No sin esfuerzo, y mientras te rondan por la cabeza los nombres del general Miaja, Chaves Nogales, Elena Fortún y algunos otros, consigues finalmente conciliar el sueño, ignorante de lo que te espera a la hora del desayuno, otro disparate hijo de la arrogancia y el desdén, producto bipolar de quien un día exige al adversario respeto a la Constitución y a renglón seguido la debilita al desautorizar con nombramientos improcedentes las instituciones que la sostienen. De las decenas de jueces y juristas de reconocido prestigio que hay en España con mentalidad progresista, o directamente de izquierdas, Pedro Sánchez ha ido a elegir a dos de entre el puñado de candidatos que cualquier observador neutral definiría como claramente inadecuados, una decisión que sobrepasa los límites de altanería aceptables en un presidente del Gobierno y cuestiona su vocación constitucional.
Nada que decir del perfil profesional de Juan Carlos Campo. De siempre respetado tanto por los suyos como por muchos de sus adversarios políticos, Campo empezó a perder pie en la difícil pasarela del prestigio al defender el indulto de los condenados por el procés para, poco después, ser cesado de forma sorpresiva y humillante por quien le dio la orden de firmar. Con la aceptación de este nuevo encargo, prestándose a una maniobra indecorosa, el exministro se desprende de otra notable porción de crédito y demuestra un escaso apego a la autoestima. Tampoco pongo en duda las cualidades técnicas de Laura Díaz (catedrática y ex directora general en Moncloa), la otra nominada por el Gobierno como magistrada del Constitucional. ¿El pero? Que en este caso hay aún menos dudas de que se trata de una elección/compromiso con una intencionalidad nítidamente política -defensora, dicen, de la “solución Quebec”-.
Interesante: el PSOE imita lo peor del PP del pasado. Interesante y único argumento, porque no hay otro que sirva para disculpar la penúltima arbitrariedad
Para justificar su decisión, el presidente del Gobierno no ha tenido mejor ocurrencia que explicar los nombramientos de Campo y Díaz apoyándose en el lastimoso argumento de que eso, lo de nombrar perfiles políticos en órganos constitucionales, ya lo había hecho en el pasado el Partido Popular. Interesante: el PSOE imita lo peor del PP del pasado. Interesante y único argumento, porque no hay otro que sirva para disculpar la penúltima arbitrariedad. Sin duda Sánchez pasará a la historia por haber sido quien exhumó el cadáver de Franco, pero también, al paso que va, por ser quien acabe enterrando el actual modelo constitucional.
La postdata / Interinos en la educación: el caso vasco
Me han señalado algunos lectores, con razón, que en mi último artículo, “Más grave que la reforma de la sedición”, al referirme a los concursos excepcionales convocados en todas las comunidades autónomas para reducir el empleo temporal en el sector de la enseñanza y adjudicar plazas de funcionarios y personal laboral fijo en escuelas e institutos, no hice ninguna referencia al País Vasco. Lo hago ahora.
El Gobierno Vasco tuvo al menos la deferencia de no publicar la convocatoria el 16 de agosto, como hizo el catalán, sino el 30 de septiembre (el plazo de presentación de solicitudes se cerró el 31 de octubre), pero las dificultades para acceder a unas de las plazas desde otros puntos de España, fruto de la barrera que supone la exigencia de conocer en este caso el euskera, son muy similares, y ello a pesar de que en el preámbulo de la orden del consejero de Educación se dice expresamente que habrán de garantizarse los “principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad” y que los procesos de selección también garantizarán estos principios además del de “publicidad”.
En Euskadi, 2,1 millones de habitantes, se han sacado a concurso 3.178 plazas de interinos que en su mayoría llegaron a escuelas e institutos bajo la égida del PNV. En la Comunidad de Madrid, 6,6 millones de habitantes, las plazas a adjudicar son 1.408.
Aquí puede leerse la orden completa firmada por el consejero de Educación, Jokin Bildarratz Sorron. Les dejo no obstante estos dos párrafos en los que se especifican algunos de los requisitos exigidos:
2.1.f) Acreditar el perfil lingüístico 2 de los puestos de trabajo docentes (equiparable con el nivel C-1 del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas) o el perfil lingüístico 1 de los puestos de trabajo docentes (equiparable con el nivel B-2 del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas), según el caso, de conformidad con las bases 1.3 y 2.4.
2.4.– Acreditación del perfil lingüístico de los puestos de trabajo docentes.
2.4.1.– El cumplimiento del requisito contemplado en la base 2.1.f) requiere la posesión de alguna de las siguientes titulaciones o certificaciones, según el caso: Para la acreditación del perfil lingüístico 2 de los puestos de trabajo docentes (equiparable con el nivel C-1 del Marco Común europeo de referencia para las Lenguas): N.º 188 viernes 30 de septiembre de 2022 BOLETÍN OFICIAL DEL PAÍS VASCO 2022/4229 (13/45) a) Perfil Lingüístico 2 de los puestos de trabajo docentes. b) Certificado de aptitud lingüística EGA (Euskararen Gaitasun Agiria).