Juan Carlos Viloria-El Correo

  • Los sondeos de opinión y la entrevista de Sánchez arruinan los pronósticos de cambio

Alguien, con bastante fundamento, advirtió que el político es un raro animal que se alimenta de expectativas. Y, en este septiembre, recién estrenado, los cofrades de los partidos se han podido dar un atracón de expectativas cruzando sondeos de intención de voto, procesos judiciales pendientes, el estado de ánimo de Puigdemont o, incluso, las conspiraciones de Podemos contra el Gobierno en la sede subrepticia de la Taberna Garibaldi. Las primeras encuestas del curso político enardecen a los partidos del otro lado del muro sanchista. Pero, al mismo tiempo, crean un rompecabezas difícil de solventar. Cierto que el Partido Popular sigue distanciando al PSOE en unos cuarenta escaños, aunque se estanca en su aspiración de lograr la ansiada mayoría absoluta. Porque, a su derecha, Vox continúa recuperando terreno hasta rozar los 52 diputados que consiguió en las elecciones de 2019 y que no sirvieron para arrebatar el poder al bloque de la izquierda socio-radical. El PSOE de Sánchez o el sanchismo socialista, resiste, como su guía, por encima de los cien escaños a pesar de la que le esta cayendo. No pueden olvidar los peritos en expectativas que Sánchez logró la primera investidura de la moción de censura, contra Rajoy, con solo 84 parlamentarios y él mismo sin escaño propio. Así que las perspectivas recalentadas por los aparateros del PP de que estamos en la antesala del final del sanchismo no están muy claras. Con la inmigración ilegal y la penosa gestión de los incendios de agosto por la clase política gobernante, lo más probable es que Vox siga subiendo. Eso sí, a costa del PP, con lo cual la suma de las derechas desde el centro hasta el extremo, más que suma puede ser resta. Con dos efectos colaterales. Que pueden atizar el mantra del «que viene Abascal» y pondría un precio imposible a Feijóo para contar con los votos de Vox en una eventual investidura.

Había también expectación por escuchar los mensajes del presidente del Gobierno en la apertura del curso desde la Televisión, dizque pública. Sin presupuestos para el año que viene, con los apoyos del grupo de la investidura vacilando y vacilando-le, con los amiguetes del Peugeot y su esposa sospechosos de corrupción se daban las condiciones para un giro del guion de la legislatura. ¿Moción de confianza para recuperar el aval de sus socios y la legitimidad cuestionada? ¿Regeneración ministerial a fondo para liberarse del bloqueo institucional? O, por qué no, adelanto electoral en un gesto de coraje democrático. Pero una vez más, las expectativas que alimenta el animal político tenían más del ilusorio mundo del tarot que de realidades plausibles. La entrevista en TVE acreditó sobradamente que Sánchez está dispuesto a llegar hasta el final de su mandato cueste lo que cueste.