Antonio Casado-El Confidencial
- La posible moción de censura de Vox tendría una vida corta y no va a desprestigiar a las instituciones más de lo que están
Además de encabezar el ranking mundial en trasplantes y novela negra, podemos batir el récord de longevidad en aspirantes a presidir un Gobierno. Así de creativa viene la semana, a la espera de que el economista Ramón Tamames asuma el reto de ofrecerse al Parlamento como alternativa a Pedro Sánchez.
Mala noticia para el narcisismo del líder socialista. «¿Qué dirá de mí la historia?», se preguntó un día con Màxim Huerta de testigo. Ahora corre el riesgo de pasar a los anales como el presidente que sobrevivió a la moción de censura de un anciano. Un desperfecto en la imagen del pacificador de Cataluña y azote de banqueros insolidarios. Qué le vamos a hacer.
No hace falta ponerse estupendo desviando la carga de la prueba sobre el aspirante
La solución, en las próximas 24 horas. Todo depende de un inminente encuentro con sus padrinos, el escritor Sánchez Dragó y el líder de Vox, Santiago Abascal. Pero ya sabemos que el ofrecimiento al insigne catedrático de Estructura Económica, de recio historial antifranquista, diputado en tres oleadas, vicealcalde de Madrid (1979-1981), suena bien al elegido por los teólogos de la ultraderecha española. Se ha pasado el fin de semana poniendo en orden sus ideas en un primer borrador de su discurso, si las dos partes se ponen de acuerdo finalmente.
Conspicuos analistas de la cosa dicen que estamos a un minuto del esperpento y que Ramón Tamames va a hacer el payaso si acaba presentando su candidatura a la Moncloa en una moción de censura registrada por al menos 35 diputados de Vox. Fariseos, abstenerse. No hace falta ponerse estupendo desviando la carga de la prueba sobre el aspirante. En todo caso, mejor desviarla hacia un ecosistema político abierto a la libre circulación de cualquier extravagancia.
Si ya es un hecho la normalización del insulto, la mentira y el filibusterismo parlamentario, la política nacional puede seguir banalizándose, pero es imposible que se degrade más. El caso Tamames, si al final asume el reto, tendrá una vida corta y no va a desprestigiar a las instituciones más de lo que están por efectos colaterales de la lucha por el poder ¿Quién va a escandalizarse de que una determinada fuerza política use legal y democráticamente un recurso previsto en la Constitución?
Donde se compran trenes que no caben por los túneles, se acusa al Gobierno de promover la pederastia o la mutilación de menores, se denuncia una conjura filofascista contra el progreso de la sociedad, se habla de los médicos en huelga como si fueran guiñoles de los comunistas, no desentona la disponibilidad de un viejo dirigente comunista a ofrecerse como alternativa de Sánchez a la Moncloa. Al menos para intentarlo, como le ha dicho a Antonio Villarreal en EC.
Hay quienes preventivamente ven el caso inverosímil y encajable en el muy teorizado marco de la antipolítica. Bueno, los deus ex machina (inesperados desenlaces de la trama en el antiguo teatro griego) también son inverosímiles. Pero muy celebrados como recursos teatrales.
Solo por eso, como provocación a una clase dirigente divorciada de la realidad cotidiana, saludo el previsible paso del nonagenario por la tribuna del Congreso de los Diputados. No porque sus conocimientos y su marchitada biografía sirvan para echar a Sánchez de la Moncloa, pues los números no dan ni en sueños, sino porque sus inopinadas recetas actúen sobre la clase política como la prueba del carbono 14.
Por eso, a modo de stress test. Y porque, en definitiva, alguien podrá parafrasear con fundamento a Carlos Monsiváis: «O ya no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que estaba entendiendo».