ABC 30/06/17
HERMANN TERTSCH
· Tenemos una operación masiva para reescribir la historia de España
EL Parlamento autónomo catalán dio ayer un gran golpe de timón a la historia de España. Proclamó nulos todos los procesos judiciales habidos en Cataluña bajo la dictadura del general Franco. Los de la república no. Sería inútil porque la mayoría de los «procesos» allí fueron extrajudiciales y se zanjaban sin papeles y dos tiros en la nuca de pistoleros de la Generalitat, los partidos y sindicatos. Han tardado 40 años en dar este paso. Más aun que aquella enorme legión de heroicos antifranquistas que no salieron de su íntima clandestinidad hasta 1982, cuando Franco llevaba siete años muerto y Felipe había ganado las elecciones. Habiendo una mayoría en ese Parlamento que se considera heredera política de la extrema izquierda y el separatismo del bando derrotado, podían haber aprobado una resolución que negara a Franco el derecho a cruzar el Ebro. O una solemne declaración parlamentaria que prohibiera a centenares de miles de catalanes salir a celebrar la llegada de las tropas franquistas. Mientras unos españoles celebraban, muchos de ellos catalanes, otros tantos tenían que huir hacia Francia en lo que es parte de la inmensa tragedia de la guerra. Cuyo origen está en el terrible fracaso de una República que generó muchas esperanza primero para sumirse pronto en el caos, los golpes de estado –de Sanjurjo en 1932, de socialistas, comunistas, anarquistas y separatistas en 1934– y que culminó en el pucherazo electoral masivo de febrero de 1936 que otorgó fraudulentamente la victoria al Frente Popular. Después, la orgía de asesinatos y el colapso del orden general. Y el golpe militar que, semifallido, dio origen a la guerra abierta, básicamente entre dos ideologías totalitarias que gozaban en su momento estelar en toda Europa.
En la Transición, hace cuarenta años, esa guerra estaba lo suficientemente cerca para recordarla con sus protagonistas vivos y lo suficientemente lejos para que las ansias de un futuro próspero anularan todo apetito de venganza que hubiera podido albergarse. Los veteranos de ambos bandos jamás habrían permitido que se frivolizara con las matanzas entre hermanos ni que se caricaturizara como se hace hoy el sufrimiento de los españoles. Ahora tenemos una operación masiva para reescribir la historia de España. Y crear un arma política poderosa para marginar y criminalizar el pensamiento libre, la lucha por la verdad y la propia pluralidad. Lo que parecen majaderías son pasos hacia la imposición de una corrección política que perseguirá todas las verdades que sean declaradas extinguidas por las fuerzas de la izquierda y el separatismo. Para ganar la guerra, aquella y esta. Quienes quieren resistir a esta ofensiva del fakenews total en la historia de España deben saber que están solos. La actitud del gobierno de Mariano Rajoy ha sido vergonzosa. Mantiene intacta la miserable Ley de Memoria Histórica, el arma principal en esta estrategia totalitaria institucionalizada por la izquierda bajo Zapatero. Se enmarca en ella la deslegitimación de la transición y la destrucción de pruebas de la realidad histórica que se practica en toda España sin cesar. Un objetivo capital en esta destrucción de patrimonio y testimonio es el Archivo de Salamanca, expoliado por orden de Zapatero para satisfacer a la Generalitat. En esta batalla, Rajoy no ha sido mejor que aquel. Todos los cargos en los archivos son aun hoy los mismos que nombró Zapatero para perpetrar su tropelía. Toda la resistencia en defensa de la unidad del archivo, símbolo de esa unidad de España atacada por los mismos, ha sido siempre torpedeada. Y sin embargo, indolencia y cobardía no aseguran comodidad ni permanencia eterna. Pronto se habrán de tomar decisiones graves inaplazables. Y todas las grandes mentiras que hoy se construyen se movilizarán para su asalto final contra España.