Arcadi Espada-El Mundo
-Habíamos generado a las víctimas más dolor del necesario o del que teníamos derecho a hacer…
En este punto su entrevistador lo interrumpió. Sonriendo.
-Con el dolor ya es suficiente, ¿no? No sé si hay más del necesario…
Sonreía mientras lo iba diciendo. Mientras introducía en su objeción un punto de saludable escepticismo. No sé si hay más del necesario.
La entrevista al excriminal alcanzó en este punto su nivel más catastrófico. Todo, empezando por la utilización del dúplex, pasando por el look de teletienda –alguna irrupción lo convirtió en teletienda de tarot– y acabando por el aire general de súplica que tuvieron las preguntas, supuso una experiencia aciaga para el espectador. No se comprende que entrevistando a un excriminal el periodista esté más nervioso que él. ¡No hay por qué, habiendo dejado el oficio, como insistía una y otra vez!
Pero la impresionante sonrisa con que el periodista aminora su reproche cuando el excriminal le explica que tenían derecho al crimen (luego lo aclaró: si han dejado el crimen solo es por razones estratégicas y no morales, ¡y aún así los benditos van pidiéndole que lo condene!) es mucho más que la de un periodista que no supo estar en su sitio. Esa es una sonrisa de amplio espectro. No solo español, sino europeo. El hombre que proclama su derecho a causar la muerte, una poca muerte, de sus adversarios políticos fue uno de los aliados de Pedro Sánchez para llegar a la presidencia. Y sigue siéndolo. Un aliado, por cierto, cuya vinculación con la sangre blanquea Esquerra Republicana (a ver si os fijáis bien dónde matáis, so bestias) con la que forma un pack estratégico. El camino de Sánchez pasa por el Lo volveremos a hacer de la Procesionaria al Lo volveríamos a hacer de los terroristas.
Europa, digo, su sonrisa. Cinco días después de la entrevista, Europa, sostenidamente atenta y escandalizada ante las alianzas de los demócratas con la extrema derecha, no ha activado una voz de alarma ante la posibilidad de que Sánchez llegue a la presidencia con los votos, no ya de los que quieren largar a los negros, sino de los que esgrimen su derecho a liquidarlos en determinados supuestos estratégicos. Es una injusticia clamorosa. Al fin y al cabo la extrema derecha no llama a matar a los negros: como máximo no les importa mucho que mueran de hambre. Pero es que, además, hay un dato que debería hacer reconsiderar a Europa y su creencia de que el racismo es solo de derechas. Transíjase con los 828 anteriores. Pero la última víctima de ETA era un negro. ¿No le parece suficiente a la realpolitik?