Tal vez Interior no debió dar nada por sentado y mostrar al tribunal vídeos y fotos de las manifestaciones convocadas por Etxerat. O, sencillamente, considerar que la concentración no es lícita, porque lo que congrega a los manifestantes no son los lazos de parentesco con los del retrato, sino la exaltación de ETA. Son los lazos de la sangre. De la que ponen las víctimas, claro.
El universo etarra y sus organizaciones satélites gozan de una ventaja extraordinaria frente a la democracia que combaten, mejor dicho, de dos: ellos no se sienten atados por ninguna ética y gozan de una identidad difusa que les permite atravesar por ósmosis la porosa membrana de la legalidad. El pueblo vasco canta y baila a ambos lados de los Pirineos, dicen que dijo Voltaire.
No parece que el autor de Cándido tratara de establecer una clasificación entre cantantes y danzantes de Iparralde y Hegoalde. Lo que éste en realidad escribió fue «au pied des Pyrenées» (al pie de los Pirineos), pero el exceso de sentido tan caro al nacionalismo viene bien para este caso, porque el pueblo vasco combatiente, antaño también llamado Pueblo Trabajador Vasco, canta y baila a ambos lados de la legalidad. Sobre todo de la española, que parece más permeable; más flete, si me perdonan la coloquialidad de la expresión.
Resulta que hoy y los días 28 y 29, una de esas organizaciones del entorno, llamada Etxerat, ha convocado tres concentraciones silenciosas en Mondragón contra la política penitenciaria del Gobierno. En medio de las tres convocatorias, el sábado 27, se celebra (sic) el 34º aniversario de los últimos fusilamientos del franquismo, efeméride que ha sido bautizada por sus convocantes como Gudari Eguna (Día del Soldado vasco). Y también resulta que la Sala de lo Contencioso del TSJ del País Vasco ha anulado una resolución del Departamento de Interior que prohibía la exhibición de símbolos y lemas terroristas, así como de fotos de terroristas presos.
O sea, a ver si me explico: Etxerat será Izquierda Abertzale en la misma medida que la ilegalizada Batasuna, pero es legal y tiene derecho a manifestarse para criticar la política del Gobierno acerca de los terroristas presos. Esto, que parece el diálogo entre Samuel L. Jackson y John Travolta al principio de Pulp Fiction respecto a la legalidad de fumar hachís en Holanda, lo admite el Gobierno vasco. Es lícita la manifestación y también el lema. Lo que no es lícito es mostrar las fotos de los presos, porque esos reclusos son terroristas y su exhibición es enaltecimiento del terrorismo y humillación para las víctimas.
En dos ocasiones anteriores ya había pasado. De la negativa verbal del Gobierno pasaron a negociarlo y se autorizaron las concentraciones sin exhibición de símbolos.
Esta vez dieron la respuesta por escrito y se vieron ante un contencioso. El tribunal no podía autorizar o denegar la exhibición de fotos, sino mantener o revocar la prohibición del Gobierno. ¿Pudo hacer otra cosa? Sin duda. Pero tal vez Interior no habría debido dar nada por sentado y mostrar al tribunal, por ejemplo, vídeos y fotos de las manifestaciones convocadas por Etxerat, y darle hecho el cálculo de los siglos de condena que suman con la expresión del número de asesinatos cometidos por los tipos de las fotos. O, sencillamente, considerar que la concentración no es lícita, porque lo que congrega a los manifestantes no son los lazos de parentesco con los del retrato, sino la exaltación de la banda terrorista a la que pertenecen. Son los lazos de la sangre. De la que ponen las víctimas, claro.
Santiago González, EL MUNDO, 25/9/2009