TONIA ETXARRI, EL CORREO – 09/02/15
· Las declaraciones de Mario Fernández dejaron en evidencia la falta de conciencia política en la resistencia antiterrorista.
Del conflicto suscitado entre el ex presidente de Kutxabank Mario Fernández y su sucesor a raíz de la contratación de servicios del exdelegado del Gobierno socialista, Mikel Cabieces, deberá resolver la justicia. Si existió una contratación opaca e irregular deberán decirlo los jueces. Pero lo que más llama la atención de este vidrioso asunto son las razones de esa relación contractual entre el ex cargo político y la entidad financiera que siempre ha gozado del mayor prestigio entre todas las cajas españolas, gracias a los méritos del propio Mario Fernández. A estas alturas de nuestra vida política, cuando a buena parte de la sociedad le incomoda mantener viva la memoria de la persecución que ejerció ETA sobre tantos ciudadanos inocentes, ha resultado muy ilustrativo el mensaje de Fernández.
Su entidad contrató los servicios del exdelegado de Gobierno socialista porque le buscó una salida profesional remunerada, tal como se ha hecho durante treinta años con otras personalidades que estuvieron en primera línea de la lucha contra el terrorismo. Tal cual. Sin adornos. Y sin tapujos. Tan directo como siempre ha sido, el que fue presidente de la entidad financiera y vicelehendakari del primer Ejecutivo vasco de la democracia, dejó la pregunta del millón frente a los focos cuando fue a declarar ante la Fiscalía: «¿Qué haría cada uno de ustedes si les pidiese ayuda para una persona que ha estado en la primera línea de la lucha antiterrorista?», se preguntaba en su comunicado. Una razón poderosa que, desde luego, no le exime de asumir responsabilidades en el caso de que se hubiera cometido irregularidades.
Pero la confesión de Mario Fernández nos vuelve a situar frente al espejo de la historia subterránea que han vivido tantos ciudadanos vascos por culpa del terrorismo. Las víctimas anónimas que no desempeñaron cargo alguno que las pueda blindar en una segunda oportunidad, saben mucho del sentimiento de orfandad política. Del abandono partidista. De la indiferencia social.
Se trata de la infrahistoria de las consecuencias de las tropelías de ETA. Del vía crucis que han tenido que soportar sus víctimas. Los extorsionados, por ejemplo. Otro tema tabú en nuestro país durante tantos años. Que tantos problemas tuvieron que soportar cuando pagaban el impuesto terrorista y solicitaban que Hacienda les permitiera declaraciones confidenciales para no desvelar su delicada situación como amenazados.
Qué más da quienes fueron los que le pidieron a Mario Fernández que contratase al exdelegado del Gobierno socialista. Pero sus declaraciones en defensa propia, porque no está dispuesto a que una auditoría interna promovida por intereses inciertos acabe manchando su brillante trayectoria, han vuelto a dejar en evidencia la falta de sensibilidad política en la resistencia antiterrorista. Hubo generosidad por parte de quienes pidieron la ayuda, desde luego. Y desentendimiento por parte del PNV.
Los jeltzales creen que debiera haber sido el Partido Socialista o el Ejecutivo central quien tenía que haber ofrecido una recolocación al exdelegado de Gobierno. Los de su parroquia, en definitiva. Y no el que fue presidente de Kutxabank.
Son estos capítulos los que van dejando estampada sobre la historia la radiografía de la indiferencia de los partidos durante tantos años de sufrimiento. Partido Socialista y PP pidiendo una salida profesional para quien fue delegado del Gobierno central. Y el PNV diciendo que quienes pidieron el favor cometieron «injerencia» (Egibar, dixit).
Es la insistencia de las víctimas del terrorismo de ETA en mantener viva su memoria y su dignidad la que sirve de mecanismo de control sobre la conciencia de nuestros políticos. Llegó hasta el Parlamento vasco el escándalo de la participación del ex preso de ETA, Zubimendi, como tertuliano de ETB. Lo denunció el PP en el consejo. UPyD al conocer la noticia emitió un duro comunicado y más tarde el PSE pidió el cese de la directora general del ente público. Una petición parlamentaria, pactada con UPyD y secundada por todos los partidos menos el PNV.
Pero la petición del cese iba ligada directamente a la «nefasta gestión» y a la exigencia de retirada del ERE. El escándalo de Zubimendi como tertuliano, milagrosamente, se perdió por el camino. Tanto es así que Nerea Llanos, del PP, piensa recuperarlo la próxima semana en una interpelación y pregunta al lehendakari. Y Gorka Maneiro, de UPyD, también. No están dispuestos a tener que dar explicaciones a las víctimas de ETA que consideraron ese caso como un ataque directo a su dignidad y su memoria.
Fuera de las instituciones, en el pueblo de Andoain, la familia de Joseba Pagazaurtundua, asesinado por ETA hace doce años después de haber sufrido amenazas y persecución, colocaba ayer un buzón. Con la idea de que depositen sus cartas quienes tengan algo de qué arrepentirse. También a través de una página web. El Parlamento europeo había concedido a Joseba Pagazaurtundua el premio Sajarov en el año 2000. Un año después, ETA le quitó la vida mientras tomaba un café. Su familia tuvo que abandonar el País Vasco.
Los que le hicieron la vida imposible siguen viviendo en el mismo pueblo. Ayer, Fernando Altuna, hijo de Basilio asesinado por ETA en 1980, le escribió su misiva: «los que te mataron y los que asesinaron a mi padre, se jactan de su presente y de su pasado». Habrá qué ver qué cartas se depositan en ese lugar de la plaza del pueblo regido por una alcaldesa de EH Bildu. Y habrá que ver también cuánto tiempo dura el buzón.
TONIA ETXARRI, EL CORREO – 09/02/15