Miquel Giménez-Vozpópuli

  • A las conocidas virtudes del separatismo hay que añadir una nueva: ya saben quién es fascista con solo mirarlo

Un texto antimasónico, antisemita y anti sentido común que circulaba por la España de Franco decía que Hitler era muy afortunado al poder reconocer por su aspecto a los judíos, y que reconocer a un masón era infinitamente más complicado porque podía ser cualquiera. Tristísima reflexión a la que podríamos añadir que en aquellos años de venganza personales se acuñó la frase “¿Quién es masón, el que está por encima en el escalafón”. Pues bien, los separatistas, que tienen el mismo sustrato ideológico del fascismo, se jactan de reconocer a un fascista agresor antes de que les agredan. En esa vergüenza para los Mossos y el Ayuntamiento de Barcelona que supone el corte de la Meridiana a diario – llevamos así más de un año– una señora, muy puesta ella, con su mascarilla con la estelada y poco qué hacer, decía ante los policías autonómicos que los vecinos que decían ja n’hi ha prou eran unos peligrosísimos fascistas que pretendían agredirla. Cuando la policía le preguntó si ese intento de agresión había tenido lugar, aquella dama seguidora de Pelomocho replicó muy digna “No, pero es lo que quieren”. Ea, ahí tienen ustedes a una vidente que ni Rappel, el Maestro Joao y el mismísimo Sandro Rey, juntos, podrían superar. Deténganlos, porque me van a agredir, que se lo digo yo.

Todo esto recuerda un poco a la custodia protectora, eufemismo que empleaban los nazis para detener a quien quisieran pretextando que si no había cometido ningún delito, ya lo cometería, ya. De esta manera empezaron a llenarse los primeros campos de concentración con todas aquellas personas que el nacionalsocialismo consideraba delincuentes potenciales. Usted detenga a ese, que igual me agrade y tiene cara de facha. Ni que decir tiene que si los vecinos protestan es porque los pocos comercios abiertos que quedan en el cruce de Meridiana con la calle Fabra y Puig están atacados al ver cómo cada día se les ahuyenta la poca clientela que les ha quedado tras estos meses porque una treintena de personajes han decidido por sus huevos morenos interrumpir el tránsito. También deben ser fachas los conductores que desean salir o entrar en la Ciudad Condal, máxime si tenemos en cuenta el toque de queda y que esta idiotez la perpetran diariamente, insistimos, a las ocho de la noche. Como para estar parado aguantando a estos plastas incívicos que creyeron que las calles serían siempre suyas y, por desgracia, comprueban a diario que es así.

Llevan toda la vida robando a manos llenas y ocultando detrás de Cataluña su egoísmo y su rapacidad; son agresivos, violentos, no toleran al disidente ni admiten la discrepancia»

Mientras tanto, se abre una investigación a la Universidad de Lleida y a siete institutos por una encuesta a sus alumnos. En ella figuran preguntas tales como “¿Hasta qué punto te identificas con el movimiento independentista?”, lo que vendría a ser un poco aquello de si ordenaste o no el código rojo. Vamos a ver. Ya está bien. Ya está bien de hacerse pasar por perseguidos, por víctimas, por puros, por héroes. Que vuestro padre espiritual y toda su familia están imputados por corruptos, que vuestro partido modelo, también, que vuestro referente es un cobarde fugado a Bruselas. Llevan toda la vida robando a manos llenas y ocultando detrás de Cataluña su egoísmo y su rapacidad; son agresivos, violentos, no toleran al disidente ni admiten la discrepancia, se valen de todo tipo de artimañas con tal de seguir mandando y, encima, han hecho de la mentira un arte porque a base de perfeccionarla han conseguido que buena parte de la población catalana se trague todas las consignas, contradicciones y falacias que les van soltando a diario. Que sois lo mejor de cada casa, vamos.

¿Qué carajo me cuenta de fascistas y de agresiones, señora? ¿Se acuerda de la plaza Urquinaona llena de adoquines y contenedores ardiendo, de los piquetes intimidatorios y agresivos en la universidad, de los escraches a políticos constitucionalistas, de su poca vergüenza al usar a la gente en votaciones que no eran tales, completamente amañadas, para decir que se les reprime y que tienen un mandato popular?

A estos fascistas sí que es sencillísimo reconocerlos, miren por dónde. Allí donde vean un lazo amarillo, lo más probable es que detrás haya un fascista, lo sepa o no. Aunque mucho me temo que eso les da igual, porque reconocerse uno mismo es un ejercicio de reflexión, de esfuerzo intelectual, y este personal solo sabe repetir lo que dicen sus líderes. Los loros – y las cacatúas – carecen de tales capacidades.