RAÚL DEL POZO-El Mundo

Pedro Sánchez ha negado que el partido de Santi Abascal sea algo nuevo y distinto de la antigua Fuerza Nueva y ha reprochado a PP y Ciudadanos que abracen sin rubor los argumentos de la ultraderecha.

El presidente del Gobierno avisa del peligro de Vox, el de la involución; es decir, el del retroceso de nuestra democracia. Pero el caso es que si la derecha fuera inelegible el día 28 de abril, Pedro Sánchez tendría que enviar un regalo a Abascal, porque sin su irrupción y la de Vox no habría despegado.

Pedro ha acertado al no haber picado en el debate a cuatro, sin Abascal, porque éste es su gran aliado para confundir las lenguas de las derechas y hacerlas aparecer como un todo involucionista en una batalla por el liderazgo del bloque conservador. En campaña, el líder del PSOE hace más énfasis en el peligro que representa la ultraderecha que en el que simboliza el nacionalismo separatista. Algunos historiadores piensan que son dos fuerzas involucionistas, contrarias y paralelas, que chocan, que se retroalimentan y se necesitan. Sánchez no desprecia a sus pasados compañeros de viaje separatistas y sabe también que Vox es su aliado inconfesable.

Hay división en las gradas sobre el linaje y la familia ideológica de Vox. Han desechado algunos politólogos que sea esa cobra que hipnotiza. Vox respeta de momento las reglas de la democracia. Se le puede calificar de derecha dura, pero no van por la vida como las fachas de la Transición. Han surgido como respuesta al procés separatista. Hasta ahora, esta derecha castiza es menos agresiva que los cachorros del abertzalismo.

Lo vimos este fin de semana, cuando los asistentes a los mítines de Vox en San Sebastián y Bilbao, con Santiago Abascal, fueron zarandeados por gente con la cara tapada. Les arrebataron banderas de España y les gritaron: «¡Fascista, entzun [escucha]: pin, pan, pun!» y «Españoles hijos de puta». De momento, sólo hubo pelotas de goma, quema de contenedores, patadas y puñetazos. Abascal culpa del escrache al PNV.

La escalada nacionalpopulista continuó el domingo, esta vez contra Ciudadanos en Rentería. Rivera, Savater y los asistentes al mitin fueron recibidos con gritos de «Hijos de puta, cobardes y asquerosos», bajo balcones con lazos amarillos. «No son antifascistas –dijo Maite Pagazaurtundúa–, son matones abertzales».

Es que en España no se ha analizado con rigor la condición involucionista del nacionalismo. Se hace más énfasis en los peligros de la extrema derecha y no se sabe qué ideología es más reaccionaria, si la ultraderecha o los secesionistas. Ambos coinciden en su deseo de nuevas fronteras y muros.