Julián Quirós-ABC

 

Sánchez sabe que la política con Cataluña le ha costado el liderazgo de las encuestas y si no espabila puede costarle el cargo. También están las mentiras, pero a eso no le concede importancia. El tema es Cataluña, de ahí el intento reciente de desvincularse del avispero, pero ya no puede; le ocurre como a Michael Corleone en el Padrino III con aquello de «justo cuando pensé que estaba fuera, me vuelven a meter» (y a continuación le dio el infarto). Así se ve Sánchez ante la oprobiosa mesa de diálogo. El líder del PSOE no recuperaría jamás su reputación si concediese interlocución política a los jordis, condenados por sedición en el golpe del procés y luego rehabilitados por el Gobierno. Sería demasiado, incluso para un acróbata de su categoría: los indulta y además se sienta a negociar con ellos. ERC echa del escenario a los representantes de Puigdemont, un favor impagable al PSC que significa que el entendimiento entre ambos es mucho mejor de los desaires que aparentan.