José Ramón Recalde presentó ayer ‘Fe de vida’, el libro donde repasa su historia y la de una generación. «Mientras pensemos en el País Vasco como algo estructurado no avanzamos nada. Debemos pensar en él como una comunidad ciudadana y no como un juego de mayorías». «Esa comunidad -sostiene- la hemos logrado con la Constitución y el Estatuto».
Su camino es una línea a veces quebrada pero nunca rota, y orientada siempre al «puerto del misterio» de Dante, pues «muchos vientos han empujado a esta nave». José Ramón Recalde termina sus memorias preguntándose por la «chispa del alma» tras recibir en la cara la bala que un etarra le disparó el 14 de septiembre del 2000. Fe de vida, el libro que el militante socialista y ex consejero vasco de Justicia y Educación presentó ayer en San Sebastián, comienza en el mismo momento del disparo, cuando todo lo que vio fue «un agujero negro». «Pensé, por unos instantes, en mi vida entera, en lo que había hecho, en lo que podía haber hecho y no hice», recuerda en su libro.
La librería Lagun fue el lugar elegido por Recalde para presentar en San Sebastián sus memorias, en un acto en el que estuvo acompañado por el diputado del PSE-EE Ramón Jáuregui y el ex portavoz del Gobierno Vasco Joseba Arregui. Jáuregui dijo del libro que es «la mirada serena a una vida, a una generación, a sus representantes y a sus políticos». Para Arregui, se trata de «las memorias de un superviviente» y, por encima de todo, de «un ciudadano».
«He intentado hacer con estas memorias una fe de supervivencia, porque conmigo han trabajado otros que no han sobrevivido», explicó ayer Recalde en declaraciones a DV horas antes de la presentación. Es un ejercicio «de tipo circular» de quien ha superado un atentado y a partir de esta experiencia decide recopilar sus recuerdos. La lucha antifranquista, el establecimiento de la democracia, la violencia terrorista y el comienzo de la coalición entre socialistas y nacionalistas en el País Vasco comparten un lugar en el libro junto con las reflexiones personales de un hombre que rechaza que le cataloguen como un «héroe vivo» y se define como una persona «que ha sido apremiada en distintos momentos para reaccionar con decencia». «La decencia -asegura- es mucho más importante que la heroicidad».
Para Recalde, una de las conclusiones que pueden extraerse de sus memorias es «el valor del compromiso ético en la política». «Es algo que me da unidad a mí mismo», afirma. Quizá por eso le resulta difícil responder a la pregunta que se hizo cuando le dispararon: «¿Qué podría haber hecho y no hice?». «Yo estoy de acuerdo con mi compromiso, pero seguramente pudimos haber tenido una conciencia más clara de la democracia que nos podía haber movido hace muchos años contra las reflexiones totalitarias del marxismo», responde.
¿Y qué podrían haber hecho los vascos? «Espero que pensemos que durante bastante tiempo hemos dejado desatendido el problema de la integración de nuestro país», contesta Recalde, que atravesó un túnel en el que todavía se encuentra Euskadi. «Siempre estaremos más cerca de la salida si caminamos hacia adelante, pero ahora no sé si vamos hacia atrás, sólo sé que estamos desconcertados», se queja.
La solución, a juicio de Recalde, es clara, aunque «lleva tiempo». «Mientras pensemos en el País Vasco como algo estructurado no avanzamos nada. Debemos pensar en él como una comunidad ciudadana y no como un juego de mayorías». Esa comunidad -sostiene- la hemos logrado con la Constitución y el Estatuto».
El libro tiene una fuerte carga autocrítica. En sus páginas, Recalde no tiene reparos en diseccionar su larga actividad política y lamentar, por ejemplo, que «mientras los violentos luchaban contra Franco nuestra posición era ambigua». «Ahora -concluye- debemos pensar que la vía de la violencia compromete nuestro futuro».
«Furia asesina»
También analiza el pacto de coalición entre nacionalistas y socialistas para gobernar en el País Vasco. «Lo veo hoy en día de forma crítica porque creo que fuimos utilizados». Pese a todo, no dice que en la actualidad sea imposible resucitar un acuerdo de estas características. Lo que sí pide es que se parta de una base distinta. «Cada uno debe fortalecer sus tesis y buscar el apoyo de los ciudadanos. Y luego ya veremos», recomienda.
En la presentación de ayer, desde una galería en el piso superior de la librería Lagun, Recalde fue breve pero contundente en sus palabras. En alusión al pacto de Lizarra, denostó el «proyecto repugnante que fue el pacto alcanzado por los nacionalistas con ETA y del que surgió una última furia asesina que causó muchas muertes».
Pese a su esperanza en que «al final la razón se impondrá», el veterano militante socialista denunció la existencia en Euskadi de «una quiebra importante donde los valores de la convivencia y la vertebración experimentan una marcha atrás». Recalde señaló que le habría gustado terminar sus memorias diciendo lo contrario, pero admitió que «no ha sido así».
De lo que sí pudo dar fe fue de dos circunstancias. «Doy fe de mi supervivencia, afirmó. «Y tengo que cargar con el dolor de la muerte de mis amigos», lamentó José Ramón Recalde en la que hasta ayer fue la penúltima página de su memoria.
EL DIARIO VASCO, 13/11/2004