Isabel San Sebastián-El Confidencial
- Las declaraciones de Sánchez son la patética pataleta de un experto burlador burlado
No ha tardado mucho el nuevo presidente del PP en probar la catadura personal y política de su adversario. La conocía, desde luego. Por eso acudió a reunirse con él provisto de papeles, estudios serios, un trabajo previo exhaustivo, el grado de recelo preciso cuando uno se dispone a parlamentar con un mentiroso compulsivo y la capacidad de reacción que brindan más de treinta años de experiencia. Los ardides habituales del trilero que nos preside no funcionaron con él. Iba prevenido.
Alberto Núñez Feijóo no es un pichón al que Pedro Sánchez pueda comerse crudo con amenazas o trucos de prestidigitación. No va a entrar en juegos sucios, como hizo su predecesor al entregar el Tribunal de Cuentas, vital para castigar al menos en lo pecuniario el intento de sedición perpetrado por los separatistas catalanes, a cambio de información destinada a servir de munición contra Isabel Díaz Ayuso, digamos que presuntamente. Tampoco cederá a su chantaje ni tirará los pies por alto, brindándole una baza valiosa al adoptar discursos y actitudes similares a los de Vox. Feijóo es perro viejo, acostumbrado a lidiar con toda clase de maleantes. Sabía a lo que se enfrentaba y salió airoso del trance.
Al presidente del Gobierno solo le interesaba una cosa: que su huésped aceptara repartirse con él los cromos del Consejo General del Poder Judicial, en un porcentaje ventajoso para el Partido Socialista y sus socios, por supuesto. Todo lo demás era mera farfolla, que sus fontaneros filtraron al diario gubernamental en aras de colocar al gallego ante unos hechos consumados y forzarle a decir sí a la exigencia de Sánchez, o bien quedar retratado ante la opinión pública como un reaccionario empecinado en bloquear la renovación del órgano rector de los jueces, en flagrante violación del mandato constitucional. No sería la primera vez que lanzaba ese mensaje falsario a través de sus baterías mediáticas. En esta ocasión, no obstante, su interlocutor no era un pardillo, sino un señor hecho y derecho. Por eso había preparado un contraataque eficaz. Una propuesta alternativa a la que intentaba imponerle el trilero, que desgranó con detalle ante los periodistas congregados en la sala de prensa de La Moncloa. Un plan económico realista, meticuloso, destinado a ahorrar a los españoles unos cuatro mil millones de euros mediante rebajas fiscales perfectamente asumibles para un Ejecutivo que, solo en los dos últimos meses, ha ingresado el doble de esa cantidad gracias a la inflación que ahoga a los ciudadanos.
El nuevo líder del PP salió indemne de un encuentro que su anfitrión pretendía convertir en trampa. Es más; dejó al desnudo su insaciable voracidad recaudatoria, denunciando su negativa a rebajar la presión fiscal. Sánchez declaró después que «aún debía aterrizar en los temas». Patética pataleta de un experto burlador burlado.