JUAN VAN-HALEN-EL DEBATE
  • La noticia, al iniciarse un camino nuevo para el CGPJ, fue que PP y PSOE coincidieron en la valoración inicial: los dos se felicitaron de que el otro dijese que sí o que no a lo que antes decía que no o que sí

La vida política, como la vida misma, no es al final sino un conjunto de imágenes sucesivas. Todos guardamos algunas en el cofre de la memoria. Unas imágenes serias, como retratos de firma, y otras jocosas, como malas caricaturas. Coincidiendo con la consumación del acuerdo, pacto o lo que sea sobre el CGPJ, Yoli Díaz nos proporcionó, sin quererlo, una imagen abierta a la interpretación. Comenzaré con lo jocoso, que nos merecemos todos algo que no sume inquietud. Bastante tenemos ya.

La vicepresidenta aparece plantada a la derecha de la imagen y a tres o cuatro pasos Unai Sordo susurrando al oído de Pepe Álvarez; el equipo de apoyo de la vice. Acababan de sellar una de esas decisiones que al final no sirven sino como maquillaje, y no estaba presente Garamendi, el presidente de la CEOE, porque para Yoli o acepta o sobra. Un experto en lectura labial hubiera podido descubrir que Unai derramaba al oído de Pepe (que no es sordo, el Sordo es Unai): «Me han descubierto una marisquería con unos centollos, unas langostas y unas ostras que no veas, ahora nos vamos a comer y brindamos por Garamendi; Yoli no viene que tiene modisto». Y la vice todavía sin encontrar el número de fijos discontinuos mientras le sirven para amañar las cifras de parados. Pero no piensen mal: España va como un cohete.

Otra humorada casposa ha sido el artículo firmado por el vicepresidente primero del Congreso, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, en un medio casero lamentando una conspiración judicial para perjudicar al PSOE, tan benéfico e inocente, sobre los ERE andaluces. Este hombre, poco iluminado en su trayectoria, obvia la realidad del mayor caso de corrupción y desfalco a las arcas públicas en Europa. El TC, que es un órgano de garantías, ha actuado como tribunal de casación por encima de las sentencias del TS. Una aberración. Resulta que, como ocurre cada vez más con este gobierno, las personas decentes tienen que pedir perdón a los delincuentes. ¿Cómo si no es con humor puede leerse este artículo del segundo de Armengol en el Congreso? Qué tándem.

La semana ha estado plena de noticias positivas según a quien se lea. Sobre el CGPJ, claro. Al fin parió la burra, o sea Pons y Bolaños. Conozco a Esteban González Pons desde hace muchos años y le tengo cariño, pero reconozco que a veces me inquieta; recuerdo una afirmación suya en una anterior negociación, que tuvo que aclarar, y esta vez ha sido la declaración de amistad a Bolaños que sobraba. Esas proclamadas familiaridades con uno de los personajes más retorcidos y falsos de nuestra política ni suma en los ajenos ni produce adhesiones sino sorpresa en los próximos. ¿Es que nuestros políticos no le ponen un termómetro a la calle?

La noticia, al iniciarse un camino nuevo para el CGPJ, fue que PP y PSOE coincidieron en la valoración inicial: los dos se felicitaron de que el otro dijese que sí o que no a lo que antes decía que no o que sí. Obvio: uno de los dos partidos mentía. Feijóo no movió un milímetro sus demandas; Sánchez sí. Pero no nos engañemos: en el zurrón de Sánchez cambiar de opinión no tiene ni el peso de una pluma. No pasadas veinticuatro horas Bolaños aseguró en la SER que lo firmado no era vinculante. Y Patxi que una ley se vota en el Congreso por todos y la que afectará al CGPJ también. Dio a entender que no estaba asegurado el voto del PSOE a la Proposición de Ley como se comprometían en el acuerdo, pacto o lo que sea PP y PSOE al presentar juntos la norma y votarla juntos. A ver qué pasa. Con el residente en Moncloa no hay nada asegurado. Es un timador.

Feijóo ha hecho lo que debía hacer dadas las circunstancias porque la política no es ese juego surrealista grato a los voxeros, dispuestos a acusar a los demás de lo que ellos podrían ser acusados. Ojalá no haya que recordárselo. Como se sirve a Sánchez es atacando al PP y descoyuntando a la derecha. PP y Vox gobiernan juntos en varias autonomías y en cientos de ayuntamientos; y sin problemas. Tensar la cuerda no es bueno. Piénsese en los escaños de PP y Vox en las últimas generales respecto a las anteriores. Sobran baladronadas y falta rigor. Pero Feijóo no debería sentirse tranquilo. Deshoja la margarita, si, no, no, sí, antes de saber qué hará Sánchez. Y yo que él no confiaría demasiado en el salvavidas de la UE. Ya vimos lo que dio de sí doña Úrsula. La UE confía y apoya más a los gobiernos que a sus oposiciones. Esa es la experiencia.