José Alejandro Vara-Vozpópuli
Hay quien piensa en el PP que tras rodar una cabeza, podría caer alguna más. Se ha abierto la veda. Mañana, Feijóo. Más adelante, quizás Teodoro
El único político cesado en nuestro país desde que arrancó la pandemia, hace ya 50.000 muertos, ha sido Cayetana Álvarez de Toledo. Un hecho formidable, desde luego. Nadie del Gobierno, ninguno de sus socios, ningún ministro de Sanidad, ningún vocero surfista, ningún cargo autonómico o municipal. Ni siquiera un minúsculo concejal. Casado defenestró a Cayetana porque se alejó de la doctrina oficial, algo que le está vedado a los cuadros de un partido. No hubo disidencia ni rebelión. Hubo discrepancias y criterios no compartidos.
Abierta así la veda, se está ahora a la espera de ver quién es el próximo. Hay revuelo en el gallinero popular. Teodoro García Egea, secretario general, ha visto reforzados sus galones de capataz y se dispone a consumar una serie de cambios en la organización que afectan fundamentalmente a la periferia. ¿Caerá Isabel Bonig, la levantina airada? ¿Se mantendrá Carlos Iturgáiz, el looser vasco? ¿Humillarán a José Antonio Monago, el extremeño marciano? Hagan sus apuestas.
Sólo hay tres barones a salvo de la guadaña de Génova. Juanma Moreno, en Andalucía, Fernando López Miras, en Murcia y Alberto Núñez Feijóo en Galicia. Los tres son presidentes y tienen mando en plaza. López Miras, además, es el protegido de Teo, pues comparten raíces murcianas. ¿Y qué pasa con Isabel Díaz Ayuso? Se la supone intocable pero… Poco la apoyan sus cofrades y poco la cuida su partido pese a que, desde que se instaló en la Puerta del Sol, es objeto de una campaña inmisericorde por parte de Sánchez y sus medios vasallos.
El líder gallego, de amable arrogancia, se ha permitido siempre no sólo disentir de la línea que señala Madrid, sino que, las más de las veces, pretende imponerla sin pestañeos
Al hilo de los últimos acontecimientos, hay en el PP quien desliza que a Feijóo cabría aplicarle la misma medicina que a Cayetana. Esto es, su decapitación política por incumplimiento con la línea oficial del partido. El líder gallego, de amable arrogancia, se ha permitido siempre no sólo disentir de la línea que señala Madrid, sino que, las más de las veces, pretende imponerla. Que si el centrismo, la moderación, la trasversalidad, nada de Vox ni de Cs. Casado no ha tenido problemas para atender sus gestos, asumir sus demandas y hasta sonreir ante sus reprimendas.
Diecisiete recetas
Esta semana, sin embargo, el presidente de la Xunta ha ido un paso más allá. Feijóo ha lanzado una propuesta nacional de Ley Orgánica de Salud Pública para enmendar el despropóstico de Sánchez, en pleno cataclismo mundial, de quitarse de en medio y ceder los mandos a las regiones. «No se puede ir con 17 criterios distintos ni con 17 recetas diferentes», clamó Feijóo desde el esquinazo gallego. Y anunció que sus expertos están ya trabajando en una reforma normativa para combatir la pandemia, que se aprobará primero en la Cámara gallega y se trasladará luego al Congreso de los Diputados. La idea pretende superar el actual galimatías competencial y, al tiempo, sortear el freno y marcha atrás que imponen los jueces a determinadas medidas, como se ha visto con el ocio nocturno, el fumar…
Es una iniciativa que complementa el ‘plan Cajal’, de importante calado sanitario, económico y social, que Casado viene ofreciendo al Gobierno desde los primeros compases de la pandemia
El problema es que Feijóo lanzó su sensata propuesta el mismo día y al mismo tiempo en el que Casado se reunía con los consejeros de Sanidad y de Educación de su partido para trasladarles también su proyecto de reforma como alternativa al drástico y temible estado de alarma. El líder del PP ha planteado modificar la Ley de Salud Pública de 1986, en especial en lo referido al control de los enfermos y de quienes han estado junto a ellos, así como la movilidad dentro de las zonas afectadas. Sin pasar por los tribunales, naturalmente. Es una iniciativa que complementa el ‘plan Cajal’, de importante calado sanitario, económico y social, que Casado viene ofreciendo al Gobierno desde los primeros compases de la pandemia. Siempre con escaso éxito.
La propuesta de Feijóo, por tanto, chocó con la de Casado en el espacio y el tiempo. «Esto sí que es ir por libre», comentaron algunos líderes territoriales ante la decidida maniobra de su par gallego. No sólo contraprograma a su presidente, sino que entra en competencia directa. Al margen de que resulta algo presuntuoso que desde un Parlamento regional se proponga una ley de alcance nacional en un ámbito tan clave como una crisis sanitaria mundial.
Sanción o reprimenda
Feijóo, tras conseguir su cuarta mayoría absoluta, se ha venido arriba. Quizás anhele gobernar España desde su rincón peninsular. Ya le dicta a Sánchez lo que tiene que hacer y pasa por encima del propio Casado. En Génova algunos se sienten ofendidos al considerar que el barón galaico se excede en sus competencias, le roba plano a Madrid y le hurta foco a Casado en cuestión tan principal. «Si tiene un plan, perfecto, pero que lo sume al de Casado, ahora hay que sumar, no ir cada uno por su lado», señalan fuentes populares. ¿Cabría una sanción, reprimenda o, al menos, tirón de orejas? Hay quien piensa que, dado que ya rodó una cabeza podría caer alguna más. Mañana, Feijóo, lo que tantos anhelan. Más adelante, quizás Teodoro, lo que anhelan muchos más y así sucesivamente. Es posible que en un futuro, el propio Casado. Hipérboles de pasillo, conspiraciones de partido. Pero no se olvide que se ha abierto la veda, que la oposición desgasta y que en el PP puede pasar de todo.