Editorial-El Español

Por mucho que el PSOE haya calificado de «fracaso» la manifestación contra el Gobierno de este domingo, es evidente que el PP ha demostrado una alta capacidad de convocatoria en solitario para un festivo preveraniego.

Ha logrado reunir alrededor de 100.000 personas que han abarrotado también los aledaños de la Plaza de España de la capital. Tratándose de la concentración más numerosa de los últimos tiempos, después de la de la amnistía en la Puerta del Sol el pasado noviembre, el respaldo de la calle ha sido indiscutible.

La concentración ha ofrecido un termómetro del alto grado de movilización que existe en el país entre quienes anhelan que se termine la etapa de Sánchez.

La muchedumbre de este domingo manifiesta la situación que había dibujado la última encuesta de SocioMétrica para EL ESPAÑOL: el 70,6% de españoles exigen la convocatoria inmediata de elecciones anticipadas, lo mismo que casi uno de cada tres votantes del PSOE.

En lo tocante al organizador de la protesta, la elevada concurrencia fortalece el liderazgo de Feijóo, que gana enteros de cara al Congreso nacional de dentro de menos de un mes.

Feijóo ha conseguido este domingo contribuir a que se perciba que sólo hay dos españoles con la fuerza suficiente para presidir el Gobierno: Pedro Sánchez y él.

Y, de esta forma, queda desacreditada la teoría que venía alimentando una encuesta capciosa de El País, según la cual Santiago Abascal sería más popular que Feijóo, resultando incluso un presidenciable preferido para los votantes del PP.

Pero si ha quedado reforzada la imagen de Feijóo es, precisamente, porque ha logrado ofrecerse como una alternativa abierta a todos los detractores de Sánchez.

Ha sido un acierto plantear un acto sin siglas ni emblemas partidistas. Así como desterrar de su discurso el término «mafia» que figuraba en el lema de la convocatoria, optando por un tono muy institucional alejado del maniqueísmo y reivindicando la «cordialidad y el diálogo».

De hecho, su «decálogo del cambio» recoge medidas en las que puede estar de acuerdo gente muy diversa.

Es este talante templado e inclusivo el único que puede aupar a Feijóo a La Moncloa. Frente al muro de Sánchez, «derribar los muros para construir puentes» y apelar a la «concordia».

Es decir, neutralizar la estrategia de la polarización de Sánchez para seguir comiéndole terreno al PSOE por el centro, ampliando el trasvase silencioso del electorado socialista que identificó SocioMétrica en su última encuesta de intención de voto.

Este domingo ha tenido lugar el primer ensayo general de esta vía para «unir a la mayoría silenciosa que ha dejado de serlo cívicamente».

Ahora, el desafío será que Feijóo logre seguir representando ese instrumento transversal mientras resista Sánchez —y le conviene de hecho que siga resistiendo.

Lo que ha hecho el presidente del PP con esta manifestación es armarse políticamente cogiendo ímpetu en la calle.

Es cierto que ha retado a Sánchez a adelantar elecciones ya con el argumento de que nadie le votó para hacer la política que está haciendo, instándole a «rendirse a la democracia». Una exhortación retórica, porque, de momento, quien por aritmética parlamentaria está condenado a quedarse en minoría pese a haber ganado las elecciones es Feijóo.

No en vano, Aitor Esteban se ha ocupado de garantizar en una entrevista el mismo domingo que no dejará caer al Gobierno.

Pero como Feijóo sabe que no tiene ninguna manera de forzar un adelanto electoral (y que de hecho Sánchez va a retrasar los comicios todo lo posible), el objetivo estratégico de este movimiento no ha sido tanto arrastrar a Sánchez a las urnas este otoño como tomar oxígeno para aguantar dos años más en la oposición.

Este órdago táctico está pensado para una partida de ajedrez larga.

Aunque el pulso en la calle y las instituciones puede durar hasta 2027, Feijóo ha querido dejar claro este domingo que hay una alternativa. Y que está dispuesto a mantener el pulso y a dar la batalla en todos los frentes hasta que se rinda a la democracia o vea que no puede gobernar.

Mientras tanto, el PP quiere transmitir la sensación de iniciativa y de herramienta útil para canalizar el descontento incubado en los últimos años y el humor social de hartazgo con esta legislatura enfangada por la corrupción y la parálisis.

Mientras Sánchez continúa cavando su hoyo, el reto de Feijóo será encabezar un proyecto político de amplio espectro que, durante el tiempo que le quede a la legislatura, vaya acaudalando credibilidad para asumir en el futuro una agenda de regeneración política e institucional.