Marcial Martelo de la Maza-El Español
  • El silencioso proceso de destrucción de la democracia exige alertar a los ciudadanos, no comportarse como si todo fuese normal. Y al no acudir a la apertura del año judicial, Feijóo ha hecho lo que podía y debía hacer.

«¡Qué escándalo, qué escándalo! ¡He descubierto que aquí se juega!».

Casablanca, 1942. Una de las frases más icónicas de la historia del cine, pronunciada por el capitán Renault para justificar el cierre del café de Rick, que los oficiales nazis le habían ordenado tras perder el duelo de himnos librado con sus parroquianos, elevados, por obra y gracia de Laszlo y su Marsellesa, a la encarnación de la Francia libre que se niega a morir.

Pero nada más pronunciarla, el capitán Renault alarga la mano para recoger su parte de las ganancias de la jornada, como hace cada noche.

Desde que Feijóo anunció su decisión de no acudir al acto de apertura del año judicial, cada tertulia de radio y televisión parece haberse convertido en el plató de rodaje de una nueva versión de Casablanca, con indignados tertulianos interpretando el papel del inolvidable Renault.

Acusan a Feijóo de «grave desconsideración al rey» los mismos que llevan años callando cuando Sánchez lo deja solo en sus viajes internacionales, negándole el debido acompañamiento constitucional de un ministro de jornada.

La presidenta del Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Isabel Perelló, junto al rey Felipe VI, en la apertura del año judicial este viernes.

La presidenta del Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Isabel Perelló, junto al rey Felipe VI, en la apertura del año judicial este viernes. Chema Moya Efe

O cuando lo abandona, huyendo sin mirar atrás, para ponerse a cubierto de la indignación de las víctimas de Paiporta.

O cuando lo utiliza en sus Cinco Días de Abril como un elemento más de atrezo de su comedia de victimismo y manipulación.

O cuando le hace el vacío en la celebración del décimo aniversario de su coronación, no dispensándole más atención que la que se presta a un presidente de comunidad de vecinos en renovación de mandato.

O cuando lo degrada en sus actos conjuntos, apartándole de las posiciones de preeminencia para colocarse él o, directamente, ignorándolo…

Y, así, aún podríamos seguir mucho más.

Ya sea por voluntad política del partido, por exigencia de sus socios o por una personalísima y desquiciada pulsión megalómana de reemplazar a la familia Borbón por la familia Sánchez-Gómez, lo cierto es que Sánchez está ejecutando una planificada estrategia de acoso y derribo al Rey.

Una estrategia que va desde su aislamiento hasta al vaciado de sus funciones constitucionales, pasando por su sometimiento a una calculada escenografía pública de subordinación al presidente del Gobierno.

Pero todo esto les da igual a los nuevos capitán Renault: hoy proclaman indignados la supuesta desconsideración de Feijóo, y mañana seguirán callando los atropellos de Sánchez.

«Sánchez está intentando hacer lo mismo que la Transición, pero en la dirección contraria: desde el Estado de Derecho hasta un régimen de democracia populista»

En todo caso, más allá del juicio periodístico que merezca el activismo partidista de unos o de otros, lo verdaderamente importante es si es cierta esa desconsideración que se atribuye a Feijóo.

Y, aún más relevante por más grave, si es cierto el ataque a las instituciones que también se imputa al líder votado por más de ocho millones de ciudadanos (la vicepresidenta Yolanda Díaz le ha llegado a acusar de «destrozar y hackear las instituciones»).

«De la ley a la ley, a través de la ley». Ésta fue la estrategia ideada por Torcuato Fernández-Miranda, «el guionista de la Transición», para lograr la sustitución pacífica del régimen franquista por una democracia.

Se trataba de transformar desde dentro la arquitectura institucional del franquismo, mediante un proceso gradual, silencioso e indoloro, hasta llegar a su destrucción y reemplazo por un régimen de libertades.

Hoy, Pedro Sánchez está intentando hacer lo mismo, pero en la dirección contraria: desde el Estado social y democrático de Derecho, que hoy disfrutamos, hasta un régimen de democracia populista, sin más limitaciones que las que le imponga la remilgada Europa.

Pero el método de Sánchez es aún más sencillo: en lugar de «de la ley a la ley», el método de «sin salirse de la ley»: Sánchez no necesita siquiera modificar el texto de la Constitución. Puedo hacerlo todo sin salir de ella.

Le basta con controlar y manipular su aplicación, ajustándola a sus intereses, y para ello no necesita más que servidores fieles en los órganos que la interpretan y aplican.

En definitiva, el proceso de destrucción de la democracia que conocemos será un proceso aún más silencioso e imperceptible que el que la trajo.

Por esta razón, se impone alertar a los ciudadanos. Despertar sus conciencias a lo que está pasando.

Y esto no se consigue comportándose como si todo fuese normal. Como si no hubiese nada que temer.

No asistiendo al acto solemne de apertura del año judicial, Feijóo hizo lo que podía y debía hacer: llamar la atención sobre el peligro que nos acecha.

Aseguran algunos que el Rey se sintió traicionado por su ausencia. No lo creo. Tengo para mí que cuantas más ausencias hubiese habido en el Salón de Plenos del Tribunal Supremo, más acompañado se hubiese sentido Felipe VI.

*** Marcial Martelo de la Maza es abogado y doctor en Derecho.