- Juanma Moreno quiere gobernar en solitario. Macarena Olona ya se ve presidenta. Sánchez es el seguro perdedor de este ‘pas de deux’ andaluz
Mango, mangué parece ser la banda sonora elegida por Pedro Sánchez para la campaña andaluza. No se trata de un homenaje a Charlie Parker sino de ese insufrible martilleo con el que castiga a sus fatigados auditorios. Es el monotema de Moncloa para la campaña del 19-J. Algo inadecuado porque hablar de la mangancia y los ‘mangantes’ del PP en el territorio de los ERE’s y la coca puede sonar a error de estrategia o a sarcasmo. Alguien debería mencionarle este detalle al presidente del Gobierno, en creciente estado de éxtasis, mecido en un manto de nubes, entre el Puma y el Falcon, entre sueños de césar y anhelos napoleón. La corrupción figura en el séptimo puesto de las preocupaciones andaluzas. Alguno de los 800 asesores de la factoría de ficción monclovita debería leer a Tezanos.
Casi media hora dedicó el presidente del Gobierno a desentrañar las entretelas de la corrupción del PP en el disparatado y surreal pleno del CNI y los espías. Repitió la jugada, días después, en su epístola a la bancada socialista con motivo del cuarto aniversario de su advenimiento a la cúspide del poder. «Gobierno social y ejemplar», repetía con neurótica obsesión mientras intercalaba jaculatorias contra un PP «empeñado en la bronca, la zancadilla y la crispación», en lugar de aplaudir, jalear y empujar el carro del PSOE que lleva a España rumbo del precipicio..
Despejada la duda sobre quién perderá los comicios andaluces, queda por dilucidar quién será el vencedor y, sobre todo, quién se sentará en el sillón cimero de la Junta. Juanma Moreno tiene el consenso de los sondeos, incluido del CIS. Macarena Olona crece en las encuestas a tal velocidad de crucero que alimenta el suspense. La derecha gana con aparatosa comodidad en la región más querida por la izquierda. En las casas de apuestas se manosean las urgentes preguntas. ¿Pasará Juanma de la cincuentena? ¿Superará Macarena la veintena? De escaños, naturalmente. Hagan juego.
El electorado joven y el rural se acerca más a Vox, que, para sorpresa de analistas y pasmo de cotorras, recibe también un flujo notable de indignados y desengañados del lado zurdo del tablero
El Partido Popular tiene una baza potente que es la segura absorción del voto de Ciudadanos, que se quedará en uno o tres escaños, si acaso, de sus 21 actuales. Padece, sin embargo, de dos puntos débiles. El electorado joven y el rural se acerca más a Vox, que, para sorpresa de analistas y pasmo de cotorras, recibe también un flujo notable de indignados y desengañados del lado zurdo del tablero, del PSOE y más allá.
El candidato del PP ha diseñado una campaña al estilo de Feijóo en Galicia, cuatro jalones de éxito le contemplan. Juanma Presidente es el eslogan de pancarta y, en un rinconcito, si acaso, unas minúsculas siglas del partido. Personalismo a tope. En los mítines, mucha bandera andaluza y alguna española. Regionalismo a barullo. Los barones autonómicos no están invitados a la pachanga. Esta semana actuó Isabel Díaz Ayuso en Jerez, un acontecimiento masivo y quizás irrepetible. Dudan sobre si convocarla de nuevo. Ya se verá, según marchen las encuestas. Núñez Feijóo asomará la gaita en media docena de plazas, sin coincidir ni en el tiempo ni en el espacio con el postulante de su formación.
Se reparten objetivos, se dividen audiencias. Los más jóvenes, para Juanma, que arrancó la serie mitinera en Teatrinos, un barrio malagueño entre yuppie y Jasp, hasta ahora con querencia naranja y algo sociata. Feijóo debuta en Coin, localidad agrícola del valle del Guadalhorce, nicho próximo a Vox. El tándem popular se despliega con habilidad para tapar agujeros, cubrir espacios y evitar esas vías de agua hacia los terrenos de su derecha.
La gran pregunta es de qué color será el Gobierno de la Junta. Feijóo ya ha advertido que, si se dan los resultados, quiere una variante ‘a la madrileña’, es decir, gobierno monocolor y apoyos externos para la investidura. Por enredar, ha deslizado incluso que el PSOE podría pactar con Vox para cerrarle el camino a los populares. En precampaña todo vale. Abascal ya ha investido a Olona como presidenta y tampoco se apea. Es el tiempo de las baladronadas.
Vox ya niega la mayor y exigirá los sillones que correspondan en el Gobierno si se necesita uno solo de sus escaños para consagrar al líder del PP
Feijóo y Abascal no han conversado desde que el gallego fue confirmado al frente de Génova. Tendrán que hacerlo tras los comicios porque, inevitablemente, se van a necesitar. Hay dos variantes en juego. Si Moreno saca más votos que la suma de todas las izquierdas (PSOE más el Frente andaluz de Judea) reclamará una ‘fórmula Ayuso’, esto es, apoyo externo de Vox a su investidura. Vox ya niega la mayor y exigirá entrar en el Gobierno si se necesita siquiera uno solo de sus escaños para consagrar al líder del PP. Posturas aparentemente firmes e inamovibles. Ya se verá quién tiene la osadía de mantenerse en el ‘no’ y forzar nuevas elecciones.
Feijóo no quiere aparecer atado a Vox desde ahora hasta las generales. Tarea complicada. Moreno quizás evite compartir Gobierno con Olona, pero, inevitablemente deberá asumir gran parte de su programa. La pareja fantástica del PP, de una forma u otra, tendrá que tragarse el sapo de Vox. En Andalucía y hasta que toque. Como en la película de Cronemberg, uno y otro son Inseparables. Al menos mientras el sanchismo siga en pie. Está en su mano. El PSOE, de momento, enfila el precipicio al ritmo de Mango, mangué.