Felicidades

Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 5/7/2011

El problema para Hitler fue Jesse Owens, el atleta de color que echó abajo la superioridad de la raza aria ganando cuatro medallas, y el problema de Bildu es cómo va a explicar al mundo el conflicto y la opresión del pueblo vasco gestionando ellos la capitalidad europea, salvo que se den cuentan y ETA sazone la realidad.

De corazón hay que felicitar a Donostia por su elección de capital europea de la cultura para el 2016. Una buena noticia que nos permite sobrevivir en algo que hemos convertido en deporte nacional, aguantarnos en tan poco espacio hasta lo inverosímil unos vascos a los otros, porque de vez en cuando sale el sol por Antequera con algún que otro acontecimiento que favorece la esperanza. Además, la Bella Easo, nuestra Disneylandia, como de vez en cuando la calificaba el inolvidable Juan Carlos Eguileor -extraño y encomiable caso de donostiarra que ejercía de bilbaíno- se lo merece.

Ello debiera crear toda una dinámica de encuentro positivo y expectativas económicas difíciles de destrozar a poco sentido común que impere. Bildu debiera acabar descubriendo que la unidad es buena y el impulso económico también, aunque, como casi todos hacen, y ellos más, lo capitalice la misma Bildu. Todo un pueblo detrás de una idea es el más bello proyecto demagógico que cualquier político actual desea para sí, de ahí los mosqueos de otros. Y si el entretenimiento se lo tomara con cierta pasión podríamos esperar inesperadas conversiones. Cosa difícil porque ETA se mantiene, aunque hibernada, viva, lastrando cualquier paso de ese colectivo hacia la asunción de la democracia y no su mera instrumentalización como ocurre hoy. Craso error no haber esperado la ruptura con ETA para su legalización. De todas formas ahí tienen un gran juguete para justificar ante los que lo tenga que justificar que hay que hacer política y dejarse de muertos. De momento, creo que siguen pensando que han llegado aquí por haberlo hecho sin ruptura, no como los de Aralar, que les ha ido tan mal, y eso deteriora las esperanzas de normalización democrática.

El «gordo» de la capitalidad cultural en estas circunstancias me recuerda a lo que pasó con los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. No fue Hitler el que las solicitó, estaban concedidas en 1931, dos años antes de que los nazis en minoría llegaran al poder por la incompetencia y exceso de confianza del resto de los partidos, que prefirieron el radicalismo nacionalista a la búsqueda del encuentro democrático que lo evitara. Evidentemente, Hitler intentó capitalizarlo, la represión antijudía y anticomunista pareció suavizarse, los escaparates no estaban rotos, pues los que los rompían estaban en el poder, y los adinerados turistas americanos y británicos volvieron de allí encantados con el orden y la limpieza que habían visto. El problema para Hitler fue Jesse Owens, el atleta de color que echó abajo la superioridad de la raza aria ganando cuatro medallas, y el problema de Bildu es cómo va a explicar al mundo el conflicto y la opresión del pueblo vasco gestionando ellos la capitalidad europea, salvo que se den cuentan y ETA sazone la realidad.

De momento, su objetivo es aprovechar este mandato para la negociación y la autodeterminación, por lo que no perderán mucho tiempo en la capitalidad de una cultura extranjera, más bien lo contrario, ofrecerán la capitalidad de una nación oprimida. No es, pues, para felicitarse tanto, pero la oportunidad existe.

Eduardo Uriarte, EL PAÍS, 5/7/2011