EL MUNDO 03/06/14
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El Rey cede el testigo al Príncipe
· Don Juan Carlos, Don Felipe, Rajoy y Rubalcaba se reunieron el jueves en La ZarzuelaLa proclamación del nuevo Monarca se celebrará en las Cortes sin fastos
Habían pasado 25 meses desde que se cayó en Botsuana, se rompió la cadera y, desde ahí, sufrió cinco operaciones casi consecutivas, cuando ayer se escuchó al Rey pronunciar estas históricas palabras: «Una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista, el mismo que correspondió en una coyuntura crucial de nuestra Historia a la generación a la que yo pertenezco».
Así se despedía Don Juan Carlos, en lo que fue el inesperado anuncio de su abdicación; la renuncia en vida a un trono en el que aún se mantendrá unas semanas, debido al vacío legal existente al respecto en la Constitución española. El artículo 57.5 de la Carta Magna se limita a indicar la necesidad de desarrollar una ley orgánica para regular la abdicación.
Fue el secreto de Estado mejor guardado hasta ayer. Según Zarzuela, Don Juan Carlos tomó la decisión el pasado 5 de enero, día de su cumpleaños, y se lo comunicó, por este orden, al Príncipe Felipe; al jefe de la Casa, Rafael Spottorno; al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y al jefe de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba.
Las fuentes más solventes aseguran que el Rey sufrió un enorme impacto emocional tras equivocarse en su lectura, durante el acto de celebración de la Pascua Militar el 6 de enero, al día siguiente de su cumpleaños. Le impresionó, sobre todo, la reacción, bastante negativa, de los españoles.
Rajoy, que anunció la noticia a las 10.30 horas en La Moncloa, ha convocado para hoy un Consejo de Ministros extraordinario que pondrá en marcha un proceso inédito en España: la aprobación por parte del Congreso y del Senado de la ley orgánica necesaria al efecto.
«Su Majestad el Rey don Juan Carlos acaba de comunicarme su decisión de abdicar», dijo Rajoy por televisión, en un anuncio oficial que prendió la mecha de los rumores hacia las 9.30 horas. «Espero que en un plazo muy breve las Cortes españolas puedan proceder al nombramiento como Rey del que hoy es el Príncipe de Asturias». Según fuentes solventes, el Rey llegó a un acuerdo con Rajoy y con Rubalcaba para que el proceso sea lo más rápido posible; un proceso que podría estar acabado entre cuatro y seis semanas; siempre antes de las vacaciones de agosto.
Según Zarzuela, el Rey encargó un informe político, jurídico y práctico sobre la abdicación. Se creó un reducido equipo de trabajo entre La Zarzuela y el Gobierno –con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría– para decidir cómo se hacía el anuncio.
El último fleco del relevo en el trono se cerró el pasado jueves, durante una reunión en Zarzuela entre el Rey, el Príncipe Heredero, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el aún jefe de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba.
La escenificación estaba bien prevista: a primera hora, Rajoy fue a Zarzuela a presenciar la firma del escrito por parte del Rey. Después, convocó el Consejo extraordinario de Ministros. El Príncipe llegó una hora antes de El Salvador, donde fue a presidir una toma de posesión.
Dos horas y media después de que hablara Rajoy, lo hizo el propio Rey. De nuevo, como en marzo, cuando murió Adolfo Suárez, el Monarca se dirigió a la nación a través de la televisión pública. Haciendo historia, intentó explicar los motivos de su renuncia: «La larga y profunda crisis económica que padecemos ha dejado serias cicatrices en el tejido social, pero también nos está señalando un camino de futuro cargado de esperanza. Estos difíciles años nos han permitido hacer un balance autocrítico de nuestros errores y de nuestras limitaciones como sociedad. Y, como contrapeso, también han reavivado la conciencia orgullosa de lo que hemos sabido y sabemos hacer y de lo que hemos sido y somos: una gran nación», continuó.
«Todo ello», añadió, «ha despertado en nosotros un impulso de renovación, de superación, de corregir errores y abrir camino a un futuro decididamente mejor». Y aún más, el Rey dejó un mensaje a la patria: «Mi única ambición ha sido y seguirá siendo siempre contribuir a lograr el bienestar y el progreso en libertad de todos los españoles. Quiero lo mejor para España, a la que he dedicado mi vida entera y a cuyo servicio he puesto todas mis capacidades, mi ilusión y mi trabajo».
Don Juan Carlos agradeció su ayuda a la Reina durante todos estos años; recordó a su padre, el Conde de Barcelona, y afirmó que el Príncipe Felipe cuenta con la «madurez, la preparación y el compromiso necesarios» para ser el próximo jefe del Estado. Puntualizó que éste cuenta con «el apoyo de la Princesa Letizia». Y se despidió: «Guardaré siempre a España en lo más hondo de mi corazón».
Atrás quedaban 25 meses de rumores acerca del mal estado del matrimonio del Príncipe y su propio bajón en picado en las encuestas tras la debacle de Botsuana. A partir de hoy, termina el drama y comienzan los halagos. Fuentes cercanas a Corinna zu Sayn-Wittgenstein afirman que ésta no tiene «planes personales» con el Rey ni dentro ni fuera de España. «Ella ha rehecho su vida profesional y personal desde lo sucedido en Botsuana», señalan.
La proclamación de Felipe VI se hará «sin fastos» en una sesión solemne de las Cortes, donde reside la soberanía nacional, informa Europa Press. No está previsto por tanto invitar a otras Familias Reales ni a dirigentes internacionales al acto. Una vez proclamado Rey, Felipe VI establecerá su hoja de ruta, que incluirá, entre otras cosas, qué papel reservará a su padre, al que previsiblemente le asignará unas funciones y, por tanto, una asignación de los Presupuestos de la Casa del Rey.
Lo que está claro es que Don Juan Carlos seguirá viviendo en el complejo de la Zarzuela, al igual que los nuevos Reyes. La vivienda actual de Don Felipe y Doña Letizia está situada en el mismo. Ni unos ni otros tienen intención de cambiar su domicilio actual.