TEODORO LEÓN GROSS-ABC

  • No es Felipe VI quien ha decidido este regreso a 2017, sino el PSOE

El espectáculo casi cómico de los portavoces de aquí y de allá descalificando el discurso del Rey, por irrisorio que pueda llegar a resultar como ceremonia anual de la estupidez partidista, no debería prestarse a la condescendencia. Lo sucedido pone muy al desnudo uno de los agujeros negros por los que se devoran a sí mismas las democracias liberales: la irrelevancia total de la verdad. En sus réplicas, cada portavoz ha reprochado a Felipe VI haber dicho lo que no había dicho pero a ellos les hubiese convenido que sí. En definitiva, se trataba de colocarnos el argumentario desentendiéndose de las palabras del Rey. Sale el PSOE a celebrar el aval de Felipe VI a sus políticas sociales, aunque también salió Sumar, socio en el mismo Gobierno, a criticar al Rey por despreciar las cuestiones sociales; para Vox, el mensaje se reducía a una frase suelta tipo «Viva España»; incluso el PP celebraba el protagonismo de la Constitución obviando que el mensaje apelaba a la unidad, no a su patrimonialización; Aitor Esteban, en nombre de un PNV cada vez más cerril, reprochaba ridículamente al Rey no mostrar complicidad con los nacionalistas vascos y catalanes que quieren acabar con España; los republicanos de Esquerra, como el BNG, creen que el Rey se desacredita porque «sólo la derecha y la extrema derecha lo aplauden», obviando que esto es así porque ellos se niegan a aplaudirle e incluso saludarle. A ninguno le importaba lo que realmente había dicho el Rey, sólo su instrumentalización partidista.

Sí hay una conclusión de Esquerra que da en la diana: el discurso del Rey supone un regreso al 2017. Así es. Pero no es Felipe VI quien ha decidido este regreso a 2017, sino el PSOE al pactar una amnistía para los delitos de aquella tentativa contra el orden constitucional precisamente con el líder del golpe que después huyó del país en un maletero. Cuando Felipe VI apela a ser «conscientes de nuestra verdad como nación», naturalmente pone el foco en la revisión de la Historia de España a la medida del secesionismo catalán asumida por el sanchismo en su mercadeo de votos para aferrarse al poder. De no existir la figura del Rey, que se eleva ‘au-dessus de la mêlée’, la estrategia sanchista de levantar un Muro entre los bloques devolvería el país al frentismo de las dos Españas, vaciando el éxito de la Constitución de 1978. Claro que eso es exactamente a lo que aspira el ‘pack’ Frankenstein Plus, y en ese aguafuerte se retrata el PSOE actual: todos sus socios, todos sin excepción, reniegan del Jefe del Estado y de la monarquía parlamentaria constitucional, y denostan o directamente denigran al Rey ante su mensaje de unidad y concordia. Y esto sí es un hecho. El PSOE, tras mandar a Cristina Narbona a cumplir con el expediente diciendo tres naderías, ni siquiera es capaz de alzar levemente la voz para reclamar a sus socios un mínimo respeto a Felipe VI. A esa alianza que hoy manda en España le incomodan las verdades del Rey.