Angie Calero-ABC

  • Desde el Palacio Real, reivindica la Transición, llama a preservar la convivencia democrática y asegura que la tensión en el debate público nutre los radicalismos y populismos

Con la confianza en el presente y en el futuro y «a través de la memoria del camino recorrido» desde hace 50 años, cuando España inició su transición hacia la democracia, Felipe VI regresó esta noche al Palacio Real de Madrid para dirigirse a los españoles en su tradicional mensaje de Navidad y reivindicar la importancia de preservar nuestra convivencia democrática en un momento en el que nuestro país atraviesa «una inquietante crisis de confianza».

Desde el Salón de Columnas –donde hace 40 años se firmó el tratado por el que España ingresó en las Comunidades Europeas, lo que ahora es la Unión Europea–, el Rey pronunció el mensaje de Navidad más corto de su reinado y también el más contundente, ya que fueron varios los momentos en los que sus palabras se interpretaron como una llamada de atención a los políticos, a quienes atribuyó esa falta de confianza de los españoles al percibir una tensión en el debate público que provoca «hastío, desencanto y desafección», que genera polarización y «afecta seriamente al ánimo de los ciudadanos y a la credibilidad de las instituciones».

Después de defender explícitamente la Transición, «que fue, ante todo, un ejercicio colectivo de responsabilidad» y «surgió de la voluntad compartida de construir un futuro de libertades basado en el diálogo», Don Felipe advirtió de que «vivimos tiempos ciertamente exigentes» y enumeró algunos problemas que sufren los españoles y para los que urge la toma de decisiones. «Muchos ciudadanos sienten que el aumento del coste de la vida limita sus opciones de progreso; que el acceso a la vivienda es un obstáculo para los proyectos de tantos jóvenes; que la velocidad de los avances tecnológicos genera incertidumbre laboral; o que los fenómenos climáticos son un condicionante cada vez mayor y en ocasiones trágico. Tenemos muchos desafíos y los ciudadanos también perciben que la tensión en el debate público provoca hastío, desencanto y desafección», denunció Felipe VI. Inmediatamente después, lanzó su primer mensaje a la clase política al afirmar que estas realidades que sufren los españoles «no se resuelven ni con retórica ni con voluntarismo».