Ignacio Camacho-ABC
- Como el gato de Schrödinger en su caja, la percepción feminista del Gobierno cambia en función de las circunstancias
El sábado, día de internacional de la mujer, la ministra de Igualdad acudió a una manifestación por la mañana y otra por la tarde. Nada raro si no fuese porque, como explicó aquí Rebeca Argudo, ambas marchas defendían posiciones no ya distintas sino antagónicas, radicalmente contrarias. Una, a favor de la autodeterminación de género y la protección laboral de las prostitutas; otra, contra la ley trans y en pro de ilegalizar la prostitución. Y doña Ana Redondo en ambas, sin ápice de contradicción consigo misma, orgullosa de su actitud integradora de la diversidad feminista. ‘Terf’ y ‘queer‘ a la vez, por recurrir a la jerga ‘woke’ –perdón por los ‘anglicanismos’, que diría Carmen Calvo–, binaria y no binaria. Desdoblada como el gato de Schrödinger en la caja de su paradoja cuántica.
En realidad, el dimorfismo de la señora Redondo sólo es la expresión radical de la elasticidad conceptual propia de este Gobierno, cuyo jefe predica a menudo con el ejemplo. Si el líder niega los pactos con Bildu y los firma; si enfatiza la inconstitucionalidad de la amnistía y la otorga; si declara intransferibles e indelegables las competencias sobre inmigración y luego las transfiere y/o las delega, por qué no iba a sentirse autorizada una subalterna para defender o apoyar reclamaciones opuestas. Si Sánchez cambia de criterio en lo que va de la víspera electoral al escrutinio, por qué no podría hacer lo mismo una integrante de su equipo. Al menos ella lo hace en sentido inclusivo. Progresismo.
Es que el Gobierno, se dirá, ha de tomar decisiones además de opinar o, como en esta ocasión, mantenerse en el medio. Y en su momento lo hizo, en efecto, legislando a medida de las manifestantes de la mañana representadas por Podemos. Ah, pero entonces Redondo no estaba; ya explicó la citada Carmen Calvo que el presidente nunca había dicho que la insurrección separatista constituyese delito de rebelión… porque cuando lo dijo aún no era presidente. Diferentes circunstancias, distintos pareceres. El gato cuántico transformado en gato ontológico; metafísica del ser en el tiempo, de Schrödinger a Heidegger. Siempre en beneficio de los propios intereses.
Alguna vez, en todo caso, los socialistas tendrán que abrir la simbólica caja del famoso experimento para observar el estado real del felino. Y es probable que lo que encuentren dentro sea a Ábalos bien vivo y ojeando un catálogo de señoritas de compañía para escándalo del feminismo de uno u otro signo, que pese a las evidencias sigue reacio a darse por aludido. No son éstas unas fechas propicias para hablar de según qué cosas sin riesgo de incurrir en hipocresía. Quizá por eso el relativismo ‘bienqueda’ de la ministra, prohibicionista de noche, antiabolicionista de día y abrazafarolas en jornada continua. Así podrá ahorrarse la rectificación cuando desde arriba le ordenen ejecutar la enésima pirueta política.