Fernández Vara

EL MUNDO 22/09/16
ORFEO SUÁREZ

A LOS 31 años, un joven forense extremeño tuvo que inspeccionar los cadáveres del Crimen de Puerto Hurraco. Para Guillermo Fernández Vara fue como un descenso a la metáfora más cruel del cainismo. La realidad escogió Extremadura como antes lo había hecho la ficción, con La familia de Pascual Duarte, de Cela, o Los santos inocentes, de Delibes. Pero el mal no es patrimonio de esa tierra, excelente tierra, ni de sus gentes. Casi 30 años después, Fernández Vara vuelve a sentir el cainismo, pero no en un entorno primitivo, sino en la supuesta entelequia del progreso: las redes. La realidad es que éstas forman un ágora sin ley donde las hordas atacan sin dar la cara. Baricco los llama «los bárbaros». Es más correcto llamarles cobardes. El socialista amenazó la disciplina de partido, que es como la dictadura dentro de la democracia, al pedir la abstención en la investidura. Fue linchado por discrepar. Cuando se procede de una familia de izquierdas, es duro reconocer que, hoy, la izquierda es más sectaria que la derecha.