La segunda semana de agosto se ha estrenado con los mismos mimbres que la primera. Las fuerzas políticas mantienen sus posiciones e impiden por el momento vislumbrar una solución que aclare la gobernabilidad del país. Los análisis están pendientes de las señales que emita el encuentro que mantendrán mañana Mariano Rajoy y Albert Rivera en el Congreso de los Diputados. No obstante, el prólogo de la cita no ofrece grandes perspectivas. Tanto Ciudadanos como el PSOE, las dos fuerzas políticas que pueden facilitar la formación de Gobierno y el arranque efectivo de la legislatura no han variado ni un ápice sus discursos. El partido naranja sigue firme en la abstención técnica y el socialista en el más rotundo no.
La secretaria de Programas y Estudios del PSOE, Meritxell Batet, lo repitió ayer por enésima vez. Pedro Sánchez y sus 84 diputados votarán en contra de la investidura del candidato popular en cualquiera de los casos. No cabe pensar para Ferraz, ni de lejos, en la posibilidad de una abstención como la que preconiza Ciudadanos.
Tanto es así que Batet incluso planteó la idea de que la renuncia de Rajoy como candidato a la investidura «sería una muestra de responsabilidad y generosidad» en favor del interés general. Pero ni por esas, los socialistas darían marcha atrás en su decisión de votar en contra de la permanencia del PP en el Gobierno.
«El que se fuera Rajoy sería un acto de generosidad y respondería también a un momento excepcional. Ya que piden tanto a los otros partidos, estaría bien que el PP se planteara también gestos de política de Estado y éste podría ser uno», opinó la socialista catalana en declaraciones a Telecinco.
Batet, miembro integrante del círculo más próximo a Sánchez, insiste una y otra vez en que la posición del PSOE, por más que reciba presiones por parte del PP y también de Ciudadanos, no variará porque responde, dice, a «convicciones profundas»: «Rajoy no puede buscar la conformación del Gobierno en una anomalía democrática, que es pedirle al principal partido de la oposición que lo apoye».
En el PP, fuentes de la dirección responden por su parte que más «anomalía democrática» es reclamar precisamente la renuncia de «quien ha sido el vencedor de dos elecciones seguidas y mejorando claramente resultados».
Ayer, el portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernando, volvió a llamar a PSOE y C’S a la «reflexión». A Rivera le lanzó un mensaje claro: «Si queremos seguir avanzando hay que dar nuevos pasos porque si no hay un Gobierno tampoco puede haber gobernabilidad». Y a Sánchez le conminó a «dejar de pensar en él y empezar a pensar en los españoles».
Los populares no encuentran válido ninguno de los argumentos que proporcionan los otros líderes para escamotearles el apoyo. Ni siquiera el de los casos de corrupción, algo por lo que, según Hernando, su partido ya ha pedido excusas y además los españoles ya han juzgado en las urnas.
El portavoz del PP cargó con toda dureza contra el secretario general de los socialistas siguiendo la estrategia que pasa por centrar los reproches en la persona de Pedro Sánchez y en su equipo más cercano y no en el partido.
El político popular cree que el líder del PSOE con su insistencia en celebrar cuanto antes un debate de investidura, se den o no las condiciones para que de él surja un presidente y un Gobierno, lo que pretende es saltar todas las casillas del artículo 99 de la Constitución y trasladarse directamente al apartado número cinco que es el de convocatoria de nuevas elecciones: «Si está interesado en ir a terceras elecciones que lo diga con claridad. A algunos el resultado electoral del 26-J no les ha gustado y quieren intentarlo de nuevo».