Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

Ferrovial se marcha de España. De momento solo traslada su domicilio social tras aprobar la fusión inversa (la filial absorbe a la matriz) con su subsidiaria internacional. Igualmente, eso no supondrá una merma de los ingresos fiscales que recibirá la Hacienda española ni afectará a su actividad ya que solo se desarrolla en España un 18% del total. Pero en este tipo de movimientos lo importante no es como empiezan, sino como terminan. Sobre todo porque acostumbran a terminar mal. A la hora de descubrir las razones verdaderas hay que leer entre líneas ya que no siempre están todas las que son, aunque si suelen ser todas las que están. El consejo asegura que busca marcos jurídicos más estables ¿Oído cocina? y una mayor facilidad para entrar en la Bolsa de Nueva York. ¿No queremos empresas grandes y bien posicionadas en los mercados financieros mundiales? Pues eso puede conllevar que terminen por establecerse en alguno de ellos.

Lo cual no quiere decir que no sea obligatorio extraer las lecciones oportunas. Tenemos muchas empresas de entre las de talla elevada en la misma situación. Es decir, con una buena porción de sus ingresos situados fuera de nuestras fronteras, quejosas de la regulación española que es intensa, pero veleidosa y excesivamente gravosa, y que están preocupadas tanto por la inferencias públicas como por los aumentos de la presión fiscal. Es obvio que el Gobierno gobierna y no son las empresas quienes deben decirle cuales son los marcos regulatorios ni la presión fiscal de cada momento. Pero es igualmente obvio que ellas, después, están en su derecho de actuar en consecuencia y de adoptar las decisiones que consideren más convenientes.

La parte pública de la economía española agiganta su tamaño y se gestiona con escaso rigor. Demasiados cambios, demasiada improvisación y demasiada ideología. La imagen de nuestro país quedará dañada y más tras la razón argüida de una salida en busca de seguridad jurídica. Tenemos al frente de muchos de estos asuntos a auténticos aficionados llenos de soberbia y vacíos de conocimientos. Se sienten todopoderosos porque son capaces de dibujar en el BOE sus obsesiones, pero todavía quedan parcelas de libertad económica en número suficiente para permitir estos movimientos. Ferrovial será acusada de antipatriota. ¿Pero no lo es más quién no es capaz de actuar y regular pensando en las consecuencias de sus actos? ¿Cundirá el ejemplo? ¿Será Ferrovial un casi aislado o el inicio de un desfile? No lo sé, pero sería mejor no tentar demasiado a la suerte…