Ignacio Varela-El Confidencial
Es lo primero que miran los expertos de los partidos en las encuestas: cuántos de quienes nos votaron antes se mantienen fieles y cuántos podrían abandonarnos
Salvo cuando irrumpe en el escenario una fuerza nueva, sin antecedentes electorales (es el caso de Vox ahora, de Podemos y Ciudadanos en 2015 o de Macron en Francia), cualquier persona avezada en elecciones confirmará que el primer fundamento de un buen resultado es la fidelidad de los propios votantes. Es lo primero que miran los expertos de los partidos en las encuestas: cuántos de quienes nos votaron antes se mantienen fieles y cuántos podrían abandonarnos.
Sumando las 2.800 entrevistas realizadas hasta ahora en nuestro ‘tracking‘ (no solo la última ola), se ve que la fortaleza actual del PSOE es evidente. Mantiene la lealtad de dos tercios largos de sus votantes (76%). El 14% se muestra inclinado a cambiar de partido y el 10% no se define.
Un escenario en el que, a menos de un mes de las elecciones, tres de los cuatro grandes partidos están en riesgo de entregar a otros entre un 30% y un 40% de sus antiguos votantes, preludia un seísmo electoral. Son muchos millones de personas cambiando su voto, solo tres años después de que se estableciera en España un nuevo sistema de partidos.
Normalmente, las encuestas ofrecen números, pero no motivos: informan de quiénes y de cuántos, pero no de los porqués. En este ‘tracking’, tratamos de aproximarnos a las razones de la fidelidad y del abandono. A quienes anuncian que repetirán su voto, les preguntamos por sus razones; a quienes manifiestan lo contrario, también. Lo hacemos mediante una pregunta abierta: cada entrevistado se expresa libremente, con sus propias palabras, y luego las respuestas se agrupan por afinidades. Veamos el resultado obtenido hasta ahora.
Fidelidad y abandono en el PP
Cuatro son los principales motivos de los votantes del PP que permanecen fieles: el apoyo al proyecto político del partido (30%), su gestión de la economía y del empleo (28%), la identificación y confianza en la sigla (18%) y la tradición, expresada en frases como “es lo que siempre hice y lo que he visto en mi casa”. Todas ellas remiten a la fuerza de la marca y a los réditos de su gestión económica en la salida de la crisis.
Ni una mención al voto útil, a la renovación del partido ni al 155: apenas un 6% se refiere a “la unidad de España” y solo un 2% menciona el liderazgo de Pablo Casado. Repasen la campaña del PP y juzguen si responde a los motivos de sus votantes fieles (por ejemplo, la desarticulación de su equipo económico para sustituirlo por un elenco de secundarios de la farándula).
La principal causa de los abandonos tiene nombre, se llama corrupción. A continuación, la decepción por los engaños y los incumplimientos. También aparecen críticas ante diversos aspectos de la gestión de gobierno, resumidas en la expresión “no se hicieron bien las cosas”. El cuarto motivo también tiene nombre: Casado, que no parece ser una razón de voto pero sí de no voto. Finalmente, algunos tiran por la calle de en medio y dicen simplemente que les gusta más Vox.
Fidelidad y abandono en el PSOE
En el PSOE predominan abrumadoramente los fieles, así que conviene prestar atención a sus motivaciones. Como en el caso del PP, estas tienen que ver muy principalmente con la fortaleza de la marca. La afinidad ideológica, que agrupa el 37%; su condición de “partido de los trabajadores” y sus políticas sociales, a la que se refiere el 27%; la tradición (“lo llevo en la sangre”) y la identificación genérica con la sigla, que mueve al 20%. Y la labor de los gobiernos socialistas (habitualmente citados en plural), que aparece en el 21% de las respuestas (se permitía citar varios motivos).
La tarea de este Gobierno en concreto es más controvertida y está en el origen de la mayoría de los —escasos— abandonos. Además de decepción genérica y sensación de engaño (21%), se habla de mala gestión e incumplimientos (21%), del pacto con los nacionalistas y del tratamiento de la cuestión catalana (13%). La figura de Sánchez es citada por el 5% de los fieles y por el 10% de los infieles.
Fidelidad y abandono en CS
Los votantes de Ciudadanos que se mantienen fieles lo hacen básicamente por los mismos motivos que les llevaron a enrolarse en 2015. Además de la apelación genérica al proyecto y las ideas (29%), destacan la condición de partido nuevo, de cambio, con expectativas de futuro (20%), partido moderado y de centro (17%) y partido limpio de corrupción (10%).
Es decir, todo lo que hizo de Ciudadanos un partido atractivo y que Rivera se ha dejado por el camino en una campaña absurda, enredada en pactos y antipactos, fichajes lucidos y deslucidos y una sobredosis de testosterona patriótica. Por cierto, un significativo 15% se refugia en un pragmático “son los menos malos”.
Los que se van hablan mayormente de confusión (indefinición, ‘chaqueterismo’, falta de claridad, incumplimientos), lo que afecta al 45%. Pero lo más llamativo es el efecto bifronte de Vox: el 11% dice que cambia de voto porque le gusta Vox, y la misma cantidad lo hacen… por haber pactado con Vox. A ver cómo se arregla eso.
Las alianzas poselectorales —con este sí, con aquel otro no—, que Rivera ha convertido en monotema de su campaña hasta el momento, no son citadas en absoluto por los fieles y las menciona el 4% de los infieles.
Fidelidad y abandono en Podemos
Los podemitas fieles responden abrumadoramente al reflejo ideológico. En el 44% de las respuestas, aparece en primer plano la ideología; a ellas hay que añadir el 21% que se refieren a la política social.
Además, se ven los rescoldos de la ilusión de 2015 en el 16% de quienes aún hablan de ideas nuevas, de cambio. Prácticamente ahí se acaban las razones de la fidelidad.
Las de la infidelidad son mucho más abundantes y están encabezadas por la sensación generalizada de decepción y engaño (30%), seguida por las disensiones internas (17%); en tercer lugar, el voto útil al PSOE (14%), acompañado por la sensación de que, con Sánchez, “el PSOE ha mejorado” (10%).
Como se ve, salvo en una porción de los votantes de Podemos, hay en las motivaciones del voto y del no voto una ausencia casi total de consideraciones tácticas o estratégicas que, sin embargo, ocupan el 80% del discurso de los políticos y de los análisis en los medios. Y escasísimas menciones a los líderes que, sin embargo, se disponen a lanzar campañas caudillistas. A eso se llama sintonizar con el electorado.