- Cs pierde hoy en Murcia su fiabilidad y la coalición de Gobierno carece de sentido sin Iglesias. El ‘statu quo’ de la legislatura se ha alterado sustancialmente
Lo que empezó en Murcia acaba en el Ayuntamiento de la capital de la región. El 15 de junio de 2019, 15 concejales de 29 (11 del PP y cuatro de Cs) reeligieron alcalde de la ciudad a José Ballesta. Los naranjas le desalojan hoy con sus votos, los 9 del PSOE y los dos de Podemos. Los tres concejales de Vox no juegan papel alguno. Que el partido de Inés Arrimadas, en vez de romper con su socio popular de otra manera, someta al alcalde a una moción de censura para sustituirlo por un concejal socialista, José Antonio Serrano, con la ayuda del partido de Iglesias, es una torpeza de tanta envergadura como la operación que fracasó en el propósito de desalojar a López Miras de la Presidencia de la comunidad. Más aún en los prolegómenos de las elecciones madrileñas.
Edmundo Bal —buen profesional y político razonable— coleccionará escaso voto moderado en Madrid porque ha quedado acreditado, de nuevo en Murcia, que la trayectoria errática de su partido le lleva a desdecirse de un pacto suscrito con el PP hace menos de dos años y a entregar al PSOE la alcaldía de la capital con la colaboración de Podemos. Otra vez la torpeza, porque este no es el procedimiento para regenerar el consistorio que en estos meses también han cogobernado los naranjas. De modo tal que Ciudadanos ya está en la cubierta de su buque a la deriva y podría apostarse con éxito que no superará el 5% de los votos en la región madrileña. Ha dejado de ser fiable. Empezó mal en Murcia y termina allí la ruta de las mociones de censura como un partido destrozado y sin expectativas.
La suma de todos estos factores preanuncia que la coalición está rota, que la alternativa de sustitución ha quebrado (Ciudadanos con el apoyo de los seis diputados del PNV), que la colaboración de ERC es casi inverosímil en coherencia con la trayectoria histórica de los republicanos catalanes y que el PSOE en Madrid pretende salvar los muebles con un programa centrista que excluye, por serlo, a los morados, cuyo líder natural acampará en la Asamblea de Madrid como base de operaciones para otro intento de asaltar los cielos mediante la agitación, la propaganda y la confrontación más radical. Estamos en una sucesión de secuencias que abocan a un final traumático de la experiencia de la coalición gubernamental y con dos partidos accidentados: Podemos, con pronóstico grave, y Ciudadanos, con otro peor: cuadro crítico. Todo se precipitó en Murcia y en la capital de aquella región se vive el último acto de esta astracanada política.