Mater et ministra ¿o es al revés?

En el noveno círculo del infierno se acomoda lo más  canalla que ha dado de sí el género humano: Esos hijos de perra que asesinan a sus propios hijos en venganza vicaria contra sus ex mujeres, los pederastas y, junto a ellos, lo que una descerebrada que Sánchez se dejó nombrar como ministra de Igualdad llamó ‘las madres protectoras’, valga como ejemplo María Sevilla,  presidenta de ‘Infancia Libre’, que mantuvo a su hijo secuestrado un año en un pueblo de Cuenca,  acusando falsamente a su ex marido de abusar sexualmente del niño e impidiendo el contacto con su padre, que tenía la patria potestad y sin permitirle escolarizarse o contactar con sus amigos. Fue condenada a dos años y cuatro meses de prisión, de la que la sacó un indulto del Gobierno de Sánchez, que ha hecho causa de toda complicidad posible con los delincuentes (y delincuentas, claro) que se crucen en su camino.

Naturalmente allí esperan a Juana Rivas, con los brazos abiertos, en “ese día de fiesta fría/ su llegada”, tal como escribió Neruda aproximadamente. Es la Rivas una tipa inenarrable que ha reforzado el lado más siniestro de su personalidad con Paqui Granados, una sujeta que se finge abogada sin serlo, aunque esto no escandaliza a Patxi López, ni a Oscar Puente. Afortunadamente, ayer no pudieron estar presentes ni la Granados, ni el hijo mayor, Gabriel Arcuri, ya irremisiblemente abducido por su madre y así se pudieron evitar las consignas que gritaba Paqui al pequeño: “Dilo ahora, dilo” para que el niño repitiera mansamente: “me quiere matar”. Arcadi Espada definió esta tragicomedia bufa con absoluta precisión: Juana Rivas, Paqui Granados y Sira Rego son personajes intercambiables:  Juana podría ser ministra y leer la supuesta y terrorífica carta de Daniel Arcuri, Paqui la madre del niño y Rego la asesora jurídica. ¿El resumen? España da asco, es un país infame, de acuerdo con el nivel ético de sus autoridades.

Esta es la segunda vez que esta pobre desquiciada ha secuestrado a sus hijos para cortar radicalmente la relación con su padre. La vez primera fue en el verano de 2017 y tuvo el acompañamiento majadero de quienes proclamaban a voz en grito: “Juana está en mi casa”. Hasta el entonces presidente Rajoy se puso comprensivo  con el delito: “Hay que ponerse en el lugar de esta madre”.   Un año después, la Audiencia Provincial de Granada condenó a Juana Rivas a cinco años de cárcel y seis de inhabilitación sobre la patria potestad de los niños. La sentencia fue recurrida en casación, se estimó parcialmente y se quedó en dos años y seis meses de cárcel y los seis de, inhabilitación sobre la patria potestad. El Consejo de Ministros la indultó parcialmente, recortando otra vez a la mitad la pena de cárcel

Y cambiando  la inhabilitación por 180 días de trabajos en favor de la comunidad, con lo que le ahorró la cárcel y le devolvió la patria potestad.

¿Volverán a hacer lo mismo Sira Rego y sus compañeretes? La Justicia debería ser más rigurosa en la reincidencia e impedir que Daniel Arcuri vuelva a visitar a su madre, vistos los precedentes. El niño ha vuelto con su padre a Italia, a su ambiente. Él aún tiene una probabilidad de recuperarse de la influencia de su madre enloquecida, una asesora inicua y un Gobierno infame. Su hermano Gabriel, con 19 años, es con toda probabilidad, un caso perdido.