EL MUNDO 03/08/14
La izquierda abertzale ya no tiene miedo a su ilegalización y, por ello, después de haber presentado en las listas electorales a los miembros menos marcados por su vinculación a ETA, volverá a mostrar su verdadero rostro. Según desvelamos hoy, antiguos líderes proetarras, aquellos que tras la ilegalización de Batasuna se retiraron a la retaguardia política, están preparando su regreso a la primera línea. En los comicios municipales de 2015, ese sector duro volverá a las listas de Sortu, toda una declaración de intenciones del clima que pretende llevar a las instituciones.
Joseba Permach, ex dirigente de Batasuna, Herri Batasuna y Euskal Herritarrok, o Rufi Etxeberria, conocidos por su intolerancia y radicalismo, son algunos de los líderes que Sortu pretende tener al frente de la formación. Ambos acaban de ser condenados a tres años de prisión y seis de inhabilitación absoluta por la Audiencia Nacional en el caso Batasuna por el delito de pertenencia a organización terrorista. En principio, ellos no podrían estar en las listas. Pero ayer,
Pernando Barrena, portavoz parlamentario de Sortu, anunció en el transcurso de una manifestación contra esas condenas que su intención es recurrir al Tribunal Supremo.
Los acontecimientos demuestran que el lavado de imagen de la izquierda abertzale era sólo una estrategia para aprovechar las expectativas que abría en la sociedad vasca el fin de la violencia de ETA, pero la realidad es que la ilegalizada Batasuna nunca ha dejado de mover los hilos desde el fondo. Envalentonados por los progresos del movimiento independentista en Cataluña, los radicales intentan dar un nuevo impulso a su proyecto rupturista.
Ahora se ve de forma patente el error del Tribunal Constitucional de legalizar a Sortu en contra del criterio del Supremo, cuyos jueces concluyeron que la formación abertzale era un artificio político de los terroristas para suceder a la ilegalizada Batasuna: «ETA ha gestado, alentado y tutelado la estrategia de Batasuna de crear un nuevo partido, así como su puesta en escena, incluido el rechazo formal de la violencia», afirmaba la sentencia. Los hechos les dan la razón.